28 de septiembre de 2020

LA LEYENDA DE GALIANA (TOLEDO)

 

Galiana era hija del rey moro Galofre, que la quería más que a nada en el mundo, y ordenó construir la casa de recreo en la Vega (Toledo), con sus quioscos, baños, fuentes y surtidores que subían o bajaban, según el curso de la luna. Galiana vivía completamente feliz en aquel fascinador retiro, ocupándose únicamente de cantar, bailar y poesías. Su mayor trabajo era esquivar las galanterías y el acoso de sus admiradores.

Su mayor admirador era un reyezuelo de Guadalajara, se llamaba Bradamante. Galiana lo odiaba. Él, sin embargo estimulado por su pasión por Galiana, no se dio por vencido, y su deseo de verla y hablarle era tan grande que hizo construir un camino subterráneo desde Guadalajara a Toledo para visitarla todos los días.

En esos días, Carlos el Grande, hijo de Pipino, fue a Toledo enviado por su padre para llevarle auxilios a Galofre contra Abderramán, rey de Córdoba. Galofre se alojó en el palacio de Galiana. Carlos el Grande se enamoró de la princesa. Al principio soportó las visitas de Bradamante, porque no sabía que sentía por él Galiana, pero como Galiana no pudo ocultar su preferencia por él, éste comenzó a sentir celos y pidió que se despidiese a su rival Bradamante. Galiana le dijo a Carlos el odio que sentía por Bradamante y le pidió que la liberara de él.

Carlos desafió a Bradamante, le ganó y le ofreció a la joven la cabeza cortada, ella quedó encantada del regalo. Enamorados uno del otro, Galiana prometió convertirse al cristianismo, para poder casarse con Carlos. Mientras Pipino había muerto y Carlos regresó a Francia llevando con él a Galiana que fue coronada reina y recibida con grandes festines.

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