11 de julio de 2020

LA SEGUNDA LUNA DE FRÉDÉRIC PETIT


En 1846, Frédéric Petit, director del observatorio de Toulouse, anunció que se había descubierto una segunda luna de la Tierra. La habían visto dos observadores, Lebon y Dassier, en Toulouse, y un tercero, Lariviere, en Artenac, durante la mañana del 21 de marzo de 1846.

Petit descubrió que la órbita era elíptica, con un período de dos horas, cuarenta y cuatro minutos y cincuenta y nueve segundos; un apogeo de 3570 kilómetros y un perigeo de 11,4 kilómetros. Urbain Jean Joseph Le Verrier, astrónomo francés, que estaba en la audiencia cuando Petit lo anunció, murmuró que se debería tomar en cuenta la resistencia del aire, algo que no se podía hacer en ese momento.

Petit insistió con la idea de una segunda Luna y, quince años más tarde, anunció que había hecho cálculos sobre una pequeña luna de la Tierra que causaba algunas peculiaridades en el movimiento de la Luna.

Los astrónomos ignoraron esa afirmación y la idea no hubiera llegado a más si un joven escritor francés llamado Julio Verne, no hubiese leído sobre el tema. En la novela De la Tierra a la Luna, Verne habla sobre la existencia de esa segunda Luna que descubrió Petit. Los astrónomos aficionados se convencieron de que era una buena oportunidad para conseguir fama; quien descubriese una segunda luna vería su nombre en los anales de la ciencia.

Ningún observatorio verificó la segunda luna de la Tierra, si lo hicieron, lo mantuvieron en secreto. Los aficionados alemanes persiguieron lo que llamaron “Kleinchen” o lo que es lo mismo “bocadito”, nunca lo descubrieron.

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