30 de julio de 2020

BARRUEL Y LOS OLORES


Cuando comenzó la medicina legal, los científicos intentaron resolver dos problemas fundamentales relacionados con el estudio de la sangre. El primero era poder descubrir, una vez pasado un tiempo, si ciertas manchas eran de sangre o no. El segundo consistía en determinar si la sangre era humana o no, ya que en ocasiones cuando aparecían manchas de sangre frescas eran justificadas por los sospechosos como el resultado de la muerte de un animal.

En 1829, el antiguo director del laboratorio de química de la Facultad de Medicina deParís, Jean Baptiste Barruel, creyó que había descubierto un método para distinguir la sangre animal de la humana. Cuando, en el transcurso de un experimento, Barruel hirvió sangre de buey en ácido sulfúrico, creyó percibir un típico olor a establo de vacas.

Poco después trató con ácido sulfúrico la sangre de un suicida. Según una crónica de la época, notó un olor tan fuerte a sudor humano, que Barruel, se vio obligado a abandonar el laboratorio durante unos minutos.

Un tiempo después, Barruel desarrolló un sistema de olores: con el ácido sulfúrico, la sangre del hombre producía un olor “a hombre” y la de mujer olía a sudor femenino. La sangre de cordero se caracterizaría por el olor a lana, y la de cerdo, por el olor a pocilga. La sangre de rana tendría el olor característico de los juncos que rodean los pantanos.

El método de Barruel, considerado un médico serio durante mucho tiempo, acabó por resultar un fraude, un invento.

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