17 de junio de 2020

ORIGEN DEL ATAÚD


El ataúd, palabra de origen árabe que quiere decir caja, tiene su origen en el temor que muchas culturas tenían por alejar al máximo a los difuntos de su antiguo hogar para que no volviera. No les bastaba con enterrarlo bajo tierra, para asegurarse se tomó la precaución de encerrarlo en una caja de madera, y clavar la tapa. Además de ponerle un exagerado número de clavos, se tapaba la entrada de la tumba, o se la cubría con una pesada losa, origen de la lápida. La mayoría de pueblos antiguos no se volvían a acercar al lugar donde reposaban sus difuntos, la causa era un temor irracional de ser arrastrados al reino de ultratumba.

El temor a la muerte fue el origen del luto. En Occidente se representó siempre con el color negro. Era una manera de evitar que el alma del muerto penetrara en el cuerpo de los familiares vivos. Después de morir el marido, la viuda lloraba desconsoladamente sobre su ataúd, y después del “plancto” se revestía de un velo largo en color negro. No lo hacía por respeto al difunto, sino por miedo al espíritu del esposo. El velo era una especie de máscara.

En la antigua roma se enterraba a los difuntos al atardecer, era para despistar al muerto. Llevaban antorchas y cuando llegaban al cementerio ya era de noche. Asociaban el fuego de las antorchas con la muerte. La palabra funeral viene de la voz latina funus, que significa tea encendida.

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