7 de abril de 2020

MIRANDO AL CIELO


El telescopio se inventó en 1608 gracias un joven aprendiz que empezó a hacer combinaciones para pasar el rato. Aprovechando la ausencia de su maestro, el fabricante de gafas Hans Lippershey, el aprendiz se divertía jugando con las lentes; inesperadamente, al mezclar unas con otras, dio con una combinación que le permitía ver las cosas más de cerca. Mostró su descubrimiento a Lippershey, quien insertó los lentes en los dos extremos de un tubo, inventando así el telescopio.

El astrónomo con la mejor vista puede que haya sido E. E. Barnard, creyó, en 1890, haber observado cráteres en Marte, pero no lo anunció oficialmente. Creyó que no había sido visto por nadie más y no quiso que se rieran de él. Pero estaba en lo cierto. Se necesitaron setenta años, y el invento y desarrollo de poderosos cohetes, para poder comprobar este descubrimiento en Marte.

Los primeros astrónomos trataban de compensar las limitaciones de sus lentes empleando larguísimos telescopios, también empleaban lentes suspendidos en el aire, sin el tubo. En 1722, James Bradley empleó un telescopio de 64,62 metros de largo. en el siglo anterior, el astrónomo francés Adrien Auzout pensó en construir uno de 304, 80 metros de largo. Creyó que esto le permitiría aumentar tanto los objetos que podría distinguir animales en la Luna.

El 2 de octubre de 1933, se percibió la luz de la Luna con el telescopio usado originalmente por Galileo, 350 años antes. Se utilizó para encender las luces de la Exposición de un siglo de progreso, en la ciudad de Chicago. Unos accesorios fotoeléctricos convirtieron la luz lunar en la electricidad, y la corriente resultante cerró el circuito eléctrico de la exposición.

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