14 de diciembre de 2019

ALEXANDER STANHOPE Y EL TÚNEL


Alexander Stanhope (1848-1917) era un verdadero visionario. Después de un viaje a Nueva York y tras haber visto el puente de Brooklyn, pensó en construir un túnel telescópico entre Londres y Nueva York con el fin de intercambiar noticias e información, fomentar el comercio, etc., al instante entre ambos continentes.

Era una idea muy loca para llevarla a cabo, pero él nunca se rendiría y, después de años de investigación y planes para el proyecto, empezó en 1890 las excavaciones previas en una de las islas del Atlántico, que facilitó posteriormente la entrega de suministros y la logística del proyecto.

La realidad fue más dura que cualquier plano y durante los siguientes cuatro años que Alexander y su equipo invirtieron en la isla surgieron miles de accidentes y contratiempos: plagas y sabotajes, brechas en las paredes de los túneles que provocaron inundaciones, curiosos visitantes que terminaban perdidos en las excavaciones laberínticas, reporteros sensacionalistas que no paraban de repetir que el túnel iba a inundar Londres.

Todos estos problemas fueron suficientes para que Alexander se volviera loco. Sus últimos años transcurrirían en la clínica mental de Bethnal Green, entre los delirios y el constante temor a que las paredes del sanatorio se agrietases de repente y que el agua lo cubriera todo.

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