1 de agosto de 2019

PERSONAJES Y SUS HISTORIAS-4


León Tolstói reescribió Guerra y Paz siete veces.

Cuando la edad volvió los dedos de Renoir demasiado artríticos para seguir pintando, hacía que alguien le atara el pincel a la mano.

El sepulturero alemán Johann K. Thieme cavó en sus 50 años de oficio 23 311 tumbas.

El verdadero conde Drácula fue un noble rumano, Vlad IV de Valoquia, que gobernó su país en el siglo XV. Su tremenda crueldad y su gusto por la tortura le valieron el sobrenombre de Drácula, que significa hijo del diablo. En el siglo XX, apareció un ciudadano rumano que probó ser descendiente del conde Vlad. Trabajaba en un banco de sangre.

Dieciséis años después de la muerte de Descartes en Estocolmo, el cadáver fue exhumado a petición de sus amigos y trasladados a París, excepto el dedo índice derecho, que se lo quedó el embajador de Francia. Este alegó que quería tener el dedo que había escrito las palabras “Cogito, ergo sum”. En el viaje, el capitán de la guardia sueca sustituyó el cráneo del filósofo por el de otro difunto. El cráneo verdadero fue decorando las vitrinas de una serie de coleccionistas, hasta que cayó en manos el químico sueco Berzelius, quien se lo ofreció definitivamente al naturalista francés Cuvier.

Roy Sullivan, guardabosques norteamericano, fue alcanzado por rayos siete veces a lo largo de su vida. Ninguno de ellos logró matarle; Sullivan murió pegándose un tiro en 1983.

Gills Garnier, acusado de licantropía, confesó haber devorado más de una docena de niños, usando los dientes y las manos para descuartizarlos. Fue condenado a la hoguera.

Las cigarras y los saltamontes se incluían en la dieta habitual de Aristóteles y de otros muchos ciudadanos griegos de la época.

El lord inglés George Bryan, llamado Beau Brummell, rociaba sus botas con champaña para ablandar el cuero.

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