14 de mayo de 2019

NO ESTABAN MUERTOS



En una ocasión, un médico sexagenario enfermó de unas fiebres cayendo al final en síncope, creyendo los médicos que había muerto. No solo se prepararon los funerales, también se le iba a hacer la autopsia por expreso deseo de sus hijos.

En el lugar se encontraban dos sacerdotes discutiendo a cuál de ellos le tocaba oficiar el entierro. Otro médico que estaba fuera oyendo la disputa de los curas, entró para calmar los ánimos y, por curiosidad destapó la sábana del cadáver y aprecio un leve movimiento en el muerto. Le tomó el pulso, acercó una llama a la nariz y la boca, y no encontró señal de vida.

Cuando ya pensaba que eran imaginaciones suyas, volvió a notar algún movimiento, excitado, pidió un poco de vino, lo aplicó a la nariz del fallecido, le metió unas gotas en la boca, pero tampoco hizo efecto. Cuando de nuevo se iba a retirar, se dio cuenta que el muerto saboreaba el vino.

Le dio algunas gotas más, y cuál fue la sorpresa cuando el muerto abrió los ojos, recobrándose milagrosamente. Segú contaba mientras había estado muerto escuchaba perfectamente toda la pelea de los dos curas relatándolo con todo lujo de detalles.

Otro caso de muerte aparente fue el de una señora que padecía unas fiebres desde que era niña. Un día tuvo un accidente en el que dieron  por muerta. La empezaron a lavar y amortajar, dándose cuenta ella de todo sin poder hablar ni hacer ningún movimiento.

Una tía suya muy querida, se acercó a ella y llorando de manera incontrolable, gritando, dándole besos, impresionando a la chica muerta que profirió un grito, alertando a los médicos, que le aplicaron ventosas en varias partes del cuerpo devolviéndole la vida. Después de esto vivió muchos más años.

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