12 de mayo de 2019

BANQUETES EN LA EDAD MEDIA


En los castillos medievales se construían grandes salones para celebrar los banquetes. En Año Nuevo y Pentecostés siempre se organizaban grandes festines, pero eran las bodas, las coronaciones o el nombramiento de un nuevo obispo, las que se llevaban la palma en cuestión de fiesta grande. En esas ocasiones, los invitados solían ser los miembros de la familia. En las celebraciones de final de cosecha, también se invitaba a los granjeros y campesinos de la localidad.

Antes de llegar a la sala de banquetes, a los invitados se les daba agua y una toalla para lavarse las manos. Se rezaba alguna oración y se servían los platos, se daba un cuchillo y una cuchara como cubiertos. Cada ración se compartía entre dos o cuatro personas, el único que comía en un plato para él solo era el anfitrión.

El anfitrión, que solía ser un miembro de la nobleza o realeza, se sentaba en la mesa principal, presidiendo la sala, junto a él, las personas con más alto rango social. Esta mesa solía estar más alta que las demás y cubierta con un mantel de damasco. El resto de mesas se colocaban perpendiculares a la mesa principal. La gente se sentaba en orden de rango descendiente.

De las paredes del gran salón colgaban tapices, banderas, escudos…, que representaban las alianzas políticas y los emblemas de importantes huéspedes de honor. También eran muy útiles para mantener el calor en la estancia.

La comida la servían los criados. Los de más alto estatus tenían personal para que probase su comida y evitar cualquier envenenamiento. La presentación de la comida era muy importante, lo más el centro de la mesa, en él colocaban un faisán o un cisne dorado sobre una mesa de madera. Las cabezas de jabalí también eran muy populares. El vino también era imprescindible en los banquetes medievales, a menudo estaba rebajado con agua y aromatizado con tomillo, pimienta y miel.

Como entretenimiento, además de músicos y trovadores, también se distraían con las actuaciones de juglares y cómicos. Con cada llegada de un plato, se escuchaba una fanfarria.

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