30 de marzo de 2019

NIDO DE NAZIS EN EL MADRID DE LA POSGUERRA



Durante la Segunda Guerra Mundial, Madrid se convirtió en la retaguardia del nazismo. La ciudad fue nido de espías, sede de la Gestapo, destino de fugados y capital de la diplomacia de Hitler. Un tramo de la Castellana concentraba la mayoría de los edificios alemanes, aunque su influencia se extendía a todos los centros de poder y abarcaba todas las actividades. La esvástica señalizaba la ruta por el Madrid nacionalista.

El paraíso nazi en el que se había convertido Madrid, incluía algunos restaurantes con ideologías nazis. Horcher, en la calle Alfonso XII, 6, enfrente del Parque del Retiro, una insignia de la cocina berlinesa que se convirtió en centro de reunión de los dirigentes alemanes, abrió frente al parque del Retiro otro local después de que los bombardeos sobre Berlín amenazaran su supervivencia. El restaurante Horcher de Madrid representaba el lujo gastronómico al servicio de paladares con dinero y sintonía ideológica.

Algo parecido pasó con el restaurante Edelweiss, ubicado en la calle Jovellanos, frente al Congreso de los Diputados. Aunque sus inicios no estaban ligados al nazismo, las circunstancias lo convirtieron en centro de reunión de funcionarios y agentes alemanes.

Algunos bares cercanos a la Cibeles como el Café Lyon o la cafetería correos, al principio de la calle Alcalá, servían como lugar habitual de espías y agentes de la Gestapo. En el Café Lyon estableció sus primeros contactos con la Embajada alemana Juan Pujol García, apodado Garbo, agente doble decisivo para el éxito del desembarco de Normandía en 1944.

Tampoco el turismo en tiempos de guerra dejó de estar presente de las inquietudes alemanas. En el número 42 de la calle Alcalá permaneció abierta al público durante toda la guerra la Oficina de Turismo, que servía además como delegación de la compañía de ferrocarriles. El servicio aéreo de Lufthansa tenía su sede en la calle Antonio Maura, 6.

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