13 de marzo de 2019

EL SEXO EN LA HISTORIA

En el siglo XVII, algunos médicos decían que los penes muy pequeños se debían a que la madre naturaleza tomaba de este órgano el tejido que faltaba para completar otras partes del cuerpo. Al contrario que los penes largos, que eran producto del tejido que sobraba.

Según Alberto Magno, durante la menstruación las mujeres exhalaban por los ojos un vapor nocivo que podía llegar a ocasionar la muerte.

En la antigua Grecia, durante los rituales de Príapo se desfilaba en procesión llevando falos de madera de diversos tamaños y se lañaban higos a la multitud. El pene más grande se transportaba en un carro tirado por los jóvenes falóforos.

La palabra sífilis procede de una poesía escrita por Girolamo Fracastoro titulada “Syphilis sive Morbus Gallicus”, en la que Apolo castigaba al pastor Sífilo con esa enfermedad.

Para no dejar embarazadas a las damas que caían en sus brazos, Casanova utilizaba un curioso anticonceptivo: una canica de oro de 60 gramos que introducía en la vagina.

La tradición del pueblo nayar del sur de la India, obliga a las mujeres casadas a recibir la visita de amantes. La mayoría de los hijos son el fruto de esas relaciones.

Los estudios MGM de Hollywood planificaban las películas en función de los ciclos menstruales de las actrices.

La erección continua del pene o priapismo se debe al consumo abusivo de alimentos flatulentos como los garbanzos, siempre según los médicos medievales.

La cópula de un ratón dura cinco segundos.

Los kabbabisches asesinan a los huéspedes que se niegan a acostarse con sus esposas.

Los antiguos griegos creían que el esperma se almacenaba en los huesos.

Bostezar durante el coito es mortal y estornudar impide la fecundación, según Plinio.

En las danzas ceremoniales, las mujeres guajiras de Colombia zancadillean a los hombres como invitación a mantener un encuentro sexual.

En la antigüedad, las prostitutas turcas se desnudaban completamente ante el cliente, pero se tapaban la cara en señal de pudor.

En 1977, un urólogo norteamericano compró el pene de Napoleón por 400 000 de las antiguas pesetas.

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