31 de octubre de 2018

LA CARRETA SIN BUEYES (LEYENDA DE COSTA RICA)


En una comunidad cercana a la capital de Costa Rica vivía una bruja, estaba enamorada de un joven muy guapo y elegante que provenía de una familia muy rica y trabajado, esta familia se dedicaba a cultivar café, maíz, arroz, frijoles, caña de azúcar y hortalizas.

La bruja tenía la tez muy blanca, con mofletes regordetes, nariz aguileña, ojos color miel y de baja estatura. Vestía de manera muy extravagante, con faldas largas, trenzas en el pelo y un sombrero de pico, siempre caminaba descalza. En el pueblo la conocían como Epifanía, “la mujer de los perros”, este apodo le venía porque en su casa tenía veinte. Decían que quien pasaba por los alrededores de su casa, olía mal.

Epifanía, valiéndose de hechizos y brujerías, logró conquistar al joven y fueron a vivir juntos. Con el tiempo, él terminó siendo muy parecido a ella.

Con el paso de los años el joven se transformó en una persona vieja, con múltiples enfermedades. Él le pidió a la bruja que fuera a visitar al cura de la iglesia cercana a pedirle que, cuando él muriera, le dieran los santos oficios. Epifanía fue a hablar con el sacerdote, el cual le dijo que no podía hacerlo por el pecado arrastrado en su vida. La bruja Epifanía dijo: “Por las buenas o por las malas, usted tendrá que recibir a mi amado”.

Pasaron unos días y empeoró la salud del joven hasta que murió, Epifanía se prometió a sí misma que ella pasaría a la iglesia con el cadáver para que se cumpliera el deseo que le había pedido su amante. Con el corazón lleno de pena y sufrimiento, con los ojos inundados de lágrimas, Epifanía puso el cadáver en una caja de madera, lo montó en la carreta, tomó el machete y su escoba, y se fue camino de la iglesia. Cuando llegaron a las puertas del templo, el sacerdote salió a su encuentro, y les dijo a los bueyes… “En el nombre de Dios, paren”. Los animales hicieron caso, pero Epifanía en su desesperación blasfemó contra lo sagrado.

El sacerdote perdonó a los bueyes por haberle hecho caso, mientras que la bruja Epifanía, el ataúd con el cadáver del joven y la carreta, siguen vagando por las calles de la ciudad hasta la eternidad.

0 comentarios :