18 de septiembre de 2018

COMER ACOSTADO EN LA ANTIGUA ROMA


Los romanos comían acostados, los atenienses también. En un principio utilizaban camas en las comidas sagradas, ofrecidas a los dioses. Después adoptaron esta costumbre los primeros magistrados y los hombres poderosos, poco a poco se hizo general, habiéndose conservado hasta principios del cuarto siglo de la Era Cristiana.

Estas camas fueron en sus inicios bancos rellenos de paja y cubiertos de piel. Más tarde llegaron a fabricarse de maderas delicadas, con incrustaciones de marfil, oro y en ocasiones de piedras preciosas. Formaban los colchones cojines muy blandos, forrados de tapicerías adornadas con magníficos bordados.

Los comensales se acostaban sobre el lado izquierdo, apoyándose en el codo y generalmente en una misma cama se ponían tres personas. Esa postura para comer se llamaba “lectisternium”. Era una postura incómoda ya que cuesta trabajo conservar el equilibrio y el brazo duele como consecuencia del peso del cuerpo. En el aspecto fisiológico tampoco es recomendable comer en esa postura ya que los alimentos entran con esfuerzo y se colocan con dificultad en el estómago.

Beber era mucho más difícil. Se necesitaba mucho cuidado para no derramar los líquidos de las enormes copas en las que se servían las bebidas. La limpieza al comer tampoco era muy habitual, al comer con los dedos se escapaba toda clase de comida.

Cuando la religión cristiana se vio libre las persecuciones, se quitaron las camas que adornaban los salones para fiestas y se volvió a comer sentado.

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