23 de julio de 2018

EXIGENCIAS A LOS SACERDOTES EN EL ANTIGUO EGIPTO


Todos los sacerdotes debían hacer abluciones dos veces durante el día y dos por la noche con agua fría en los lagos sagrados que había en todos los templos, o en algún estanque. El agua, el elemento inicial de la vida egipcia, renovaba sus energías vitales y los limpiaba de toda posible mancha.

Antes de entrar en el santuario, tenían que purificar su boca con un poco de natrón diluido en agua. Debían despojar su cuerpo de todo vello, cabello, incluso cejas y pestañas, lo que hacían cada dos días. La circuncisión era obligatoria.

Los sacerdotes egipcios tenían que abstenerse de casi todo. De los animales sacrificados había que evitar cabeza, pies, patas delanteras; no comían vaca, cerdo, oveja, paloma, pelícano, ningún pez, legumbres, habas, ajo, el vino, solo en pequeñas dosis y nada de sal. Los ayunos periódicos los privaban de los pocos alimentos que les estaban permitidos.

La abstinencia sexual era otra de sus obligaciones durante su período de permanencia en el templo. Los sacerdotes podían casarse, su función no los condenaba al celibato, pero antes de acceder al templo debían purificarse de todo contacto femenino por una abstinencia de varios días.

Algunos tejidos les estaban vedados, sobre todo la lana, multaban a quien la utilizaba. Sus vestidos debían ser de lino fino, y el corte muy primitivo. Los complementos de la túnica diferenciaban sus funciones: el sacerdote- lector llevaba una banda a través del pecho; el sacerdote-sem, una piel de pantera sobre la espalda, el gran sacerdote de Heliópolis, una piel constelada de estrellas, el de Menfis, un collar especial.

Las sandalias eran un privilegio para un pueblo que andaba siempre descalzo, debían ser de hojas de palmera y teñidas en blanco, el mismo color que la túnica de lino.

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