16 de enero de 2018

CEREMONIA PARA SACIAR LA SED DE FELIPE III


La etiqueta en la corte española de Felipe III, el Piadoso, era muy rígida. Como ejemplo el ceremonial con el que el rey tenía sed.

El marqués de Lozoya lo describe de la siguiente manera:

“El ujier de sala iba a llamar al gentilhombre de boca que le correspondía servir de copero, y acompañados de la guardia, entraban en la cava, donde el sumiller de ella le daba en una mano la copa de su majestad y en la otra la de la salva; después daba al ujier las fuentes, y él llevaba un jarro y una taza grande de salva (bandeja de encajaduras para asegurar las copas, platos, tazas, etc.) donde se colocaba la copa cuando su majestad la pedía.

Un ayudante del oficio de la cava llevaba los frascos de vino y agua… El copero se mantenía un poco apartado del estrado, mirando siempre a su majestad para servirle la copa a la menor seña.

En este caso, el copero iba por ella al aparador, donde ya la tenía dispuesta el sumiller de la cava, quien, descubriéndola, daba la salva al médico de semana y al copero, y este, tornándola a cubrir, la llevaba a su majestad precediéndole los maceros, y el ujier de sala, tomándola en la mano derecha y llevando en la izquierda la taza de salva, con cuya misma mano izquierda quitaba la cubierta de la copa, tomaba la salva y daba a su majestad la copa en su mano, hincando una rodilla en el suelo, teniendo todo el tiempo que su majestad tardaba en beber debajo de la copa la salva, para que, si cayesen gotas, no se mojase el vestido.

Acabando este de beber, volvía el copero a poner la copa en el aparador de donde la había tomado”.

Eso sucedía cada vez que en la comida el rey tenía ganas de beber un sorbo de vino o de agua.

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