29 de septiembre de 2017

LA FALSA PRINCESA DE CARABOO


El de 3 abril de 1817, en la pequeña villa de Almondsbury, Bristol, apareció una joven extraña y exhausta, vestida con un turbante y extrañas vestiduras y hablando un idioma incomprensible. Decía ser Mary Baker (1791-1869), la princesa de Caraboo.

Todo el pueblo la contempló con sorpresa, ofreciéndole comida y cobijo. La joven solo aceptó una taza de té que, antes de beber, bendijo con una larga oración y raras gesticulaciones. Los días iban pasando y la historia de esa joven bella y de modales aristocráticos y extravagantes. Poco a poco se fue haciendo famosa por toda Inglaterra.

Un pescador portugués llamado Manuel Eynesso, se presentó en el pueblo, según él hablaba muchas lenguas, afirmando que conocía el idioma de la joven desconocida. La chica le contó que era la princesa de Caraboo, de la isla polinesia de Javasu, y había sido capturada por una piratas, pero había logrado huir del barco en el que la habían retenido, lanzándose al mar a la altura del canal de Bristol.

Tan creíble era la historia, que muchos periódicos hablaron de la historia, haciendo grandes reportajes de la princesa de Caraboo, contando que sabía utilizar el arco y las flechas, que nadaba desnuda y rezaba a su dios al que llamaba Allah Tallah.

Esa gran fama fue a la vez su perdición, metió la pata. Sus vecinos de Gloucestershire avisaron a las autoridades de la verdadera identidad de la falsa princesa. Gracias a la descripción de los periódicos que hablaban de una cicatriz en su espalda, fue identificada por un antiguo novio. Enfrentándose con él, al final confeso toda la verdad. Después de esto, emigró a Norteamérica y desapareció para siempre. Nunca se supo si el pescador portugués y la falsa princesa se conocían y se había puesto de acuerdo para contar su historia.

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