7 de septiembre de 2017

ESPÍAS (2)


ROALD HALL (1916-1990)- El famoso escritor de libros infantiles de éxito, entre ellos, Charlie y la fábrica de chocolate, James y el melocotón gigante y el superzorro. Con ventas de más de 55 millones de copias, tuvo un trabajo menos normal durante la Segunda Guerra Mundial. Primero fue piloto de combate de las fuerzas aéreas británicas. Fue derribado en 1940 en Libia, sufrió un traumatismo craneal y una ceguera temporal que lo hicieron inútil para el servicio.

Lo trasladaron a la embajada británica en Washington D.C. y enseguida se notó su gran facilidad para intimar con señoras de clase alta, por esa razón, la inteligencia británica decidió que lo iba a utilizar ese talento: seduciría mujeres y las convencería para favorecer los intereses británicos en Estados Unidos.

Trabajaba para la British Security Coordination, esta organización secreta formaba parte del Ml6 y se dedicaba a la propaganda anglófila, influyendo en las noticias que publicaban el New York Post y The Herald Tribute. También protegía de sabotajes a los convoyes que cruzaban el Atlántico.

El principal objetivo sería combatir al comité llamado “Estados Unidos primero”, un movimiento contrario a intervenir en la guerra contra los nazis. Una de sus relaciones fue con Millicet Rogers, heredera de una gran fortuna en la petrolera Standard Oil. Además entabló amistades con personajes muy influyentes como Henry Wallace, en ese momento vicepresidente de la nación, y con Charles Marsh, el magnate de la prensa. Roald Dahl tuvo éxito en sus funciones, tanto influyendo en periodistas como consiguiendo documentos para la inteligencia británica.

ROBERT BADEN-POWELL (1857-1941)- Se le conoce por ser el fundador del movimiento Scout, pero pocos saben que su especialidad fueron las misiones de reconocimiento para obtener información privilegiada. En 1880, fue enviado a Malta como secretario militar del gobernador, trabajando además para el servicio de inteligencia británico. Su misión era localizar instalaciones militares en la zona.

Disfrazado de coleccionista de mariposas se pasaba las horas dibujando escenas campestres, se hacía pasar por un inglés alelado. Cuando unos agentes le pidieron que les enseñase su cuaderno, solo encontraron dibujos de mariposas, lo que no sabían era que en el patrón de las alas estaban escondidos los planos de sus asuntos. Tres años después, regresó al servicio militar regular y continuó con la carrera que le hizo famoso.

Su victoria en Mafeking (acción militar británica durante la Segunda Guerra de los bóeres) se debe más a sus artimañas de espía que a su instrucción militar. Con solo 500 hombres a su mando, manteniendo al enemigo a en firme durante 217 días gracias a su pericia. Utilizó un sistema de falsas trincheras y arrojando granadas caseras, haciendo creer a 8 000 bóeres, que era un ejército mucho mayor, evitando la invasión.

0 comentarios :