20 de septiembre de 2017

EL ENTIERRO DEL SEÑOR (CONDE) DE ORGAZ


El entierro del señor de Orgaz, conocido popularmente como “El entierro del conde de Orgaz”, el cuadro más famoso de El Greco, tiene su propia historia.

Gonzalo Ruiz de Toledo, no era conde cuando murió, don Gonzalo murió en el siglo XIV, y como había aportado mucho dinero para la reconstrucción de la iglesia de Santo Tomé, pidió en su testamento que lo enterraran en ella. Quiso ser enterrado en un sepulcro de piedra rústica junto al umbral de la puerta occidental del templo, a mano derecha, en un rincón recogido y discreto, en la Capilla de la Concepción.

En el momento de su muerte empezaron los problemas, nadie hizo caso a los deseos de don Gonzalo y lo enterraron en el convento de San Agustín de Toledo. Los religiosos de Santo Tomé no estuvieron de acuerdo e insistieron en que don Gonzalo fuera enterrado donde él quería. Después de varios pleitos, en San Agustín tuvieron que aceptar, cuatro años después de su entierro se exhumó el cuerpo para trasladarlo a Santo Tomé.

Según la leyenda, el mismo día del traslado, San Agustín y San Esteban habían bajado de los cielos para enterrar al señor de Orgaz. Los rumores llegaron a oídos de los agustinos, que inventaron sus propios rumores: los dos santos habían bajado del cielo, pero no para enterrar al señor de Orgaz en la iglesia de Santo Tomé, sino en la de San Esteban. Como es normal no hubo testigos que vieran esos milagros, ni de una parte ni de otra.

En 1583 se reconoció probado el milagro del entierro de don Gonzalo, no se sabe cómo se probó. El párroco de Santo Tomé, Andrés Núñez, decidió que el entierro debería ser pintado en un cuadro. Para pintarlo se buscó al pintor más célebre del momento en Toledo, El Greco.

El Greco recibió unas precisas instrucciones: “En el cuadro se debe pintar una procesión de cómo el cura y los demás clérigos que estaban haciendo los oficios para enterrar a Gonzalo Ruiz de Toledo, señor de la villa de Orgaz, y bajaron San Agustín y San Esteban a enterrar el cuerpo de este caballero”.

Cuentan que el cuadro fue uno de los más caros de la historia de España. Dos tasadores, Luis de Velasco y Hernando de Nunciva, lo tasaron en 1 200 ducados (lo máximo que había cobrado El Greco por una obra suya habían sido 80 ducados).

El cuadro quedó instalado en el templo de Santo Tomé, debajo de la obra reposan los restos de Gonzalo Ruíz de Toledo. 

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