20 de mayo de 2017

MURALLAS MEDIEVALES


Todas las ciudades medievales tenían muralla. La función primordial de las murallas era proteger la ciudad. El sistema defensivo de los núcleos urbanos incluía un complejo de elementos: el muro, las torres, las puertas, los fosos, las barbacanas, etc. Era frecuente la construcción de un recinto fortificado doble, formado por dos barreras paralelas.

La muralla era también un elemento adecuado para realizar a su sombra diversas actividades, entre ellas las mercantiles. Era también una barrera jurídica. Los que vivían detrás de ella gozaban de un determinado estatus, del que carecían los que habitaban en el exterior de la muralla. Cruzar las puertas de la ciudad suponía entrar en un ámbito jurisdiccional distinto de lo que se derivaba, como mínimo, la necesidad de pagar unos tributos. Las puertas eran centros de percepción fiscal.

Por esa razón, los gobiernos estaban muy interesados en vigilarlas, cuidando su cierre nocturno, y procurando, evitar que hubiera agujeros en la muralla, ya que por ellas podía entrar gente que escapase a las obligaciones establecidas.


Las murallas eran, al margen de sus funciones militares, económicas y jurídicas, la fachada externa de una ciudad, su carta de presentación. Frente a los enemigos la muralla  se cerraba a cal y canto, y desde ella se disparaban flechas. En ocasiones solemnes los muros se engalanaban y de ellos salían músicas festivas.

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