15 de mayo de 2017

LOS RESTOS DE FRANCISCO DE QUEVEDO


Francisco de Quevedo murió en su celda del convento de Santo Domingo, antes de morir dejó bien claro en su testamento lo que debían hacer. Dispuso que se le dedicaran 800 misas: 200 en la iglesia de San Andrés y las otras 600, divididas en los conventos de frailes de Santo Domingo, San Francisco y de la Santísima Trinidad.

También especificó: “Mando que mi cuerpo sea sepultado por vía de depósito en la capilla mayor de la iglesia del convento de Santo Domingo de esta villa, en la sepultura en la que está depositada doña Petronila de Velasco, viuda de don Gerónimo de Medinilla, para que de allí se lleve mi cuerpo a la iglesia de Santo Domingo el Real, de Madrid, a la sepultura donde está enterrada mi hermana”.

Ninguno de sus últimos deseos fue cumplido. Fue enterrado en la iglesia de San Andrés y el párroco se negó a entregárselo a los dominicos. Doscientos años después una orden gubernamental obligó al traslado de los restos de Quevedo a Madrid. A partir de ese momento, todo son dudas y problemas. Sus huesos y los de un montón de personas, enterradas, en Villanueva de los Infantes, Ciudad Real, se mezclaron, así que el esqueleto enviado a Madrid, podían ser de Quevedo o no serlo, ya que el cráneo parecía más de una mujer que de don Francisco.

Devuelto a Villanueva de los Infantes, en el año 2006, el Ayuntamiento quiso investigar el lío de huesos mezclados, encontrando un fémur mezclado entre 167 osamentas, que parece ser de Quevedo. Además encontraron seis vértebras, una clavícula y un húmero. Los descendientes de Quevedo no están muy convencidos de que esos huesos sean auténticos.

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