21 de mayo de 2017

DOPAJES


La utilización de sustancia para mejorar el rendimiento físico en muy antiguo. Muchas fuentes se refieren a bebidas, inhalaciones o manjares que permitían visiones a los sacerdotes y para multiplicar su fuerza a los guerreros.

Los participantes en las carreras y lanzamientos de la antigua Grecia o en los juegos de pelota mesoamericanos consumían energizantes y alucinógenos, a base de hongos, semillas, plantas o animales, estas pociones mágicas ayudaban a acercar a los hombres a los dioses. En la Edad Media, en Irlanda, los jugadores de caid (una especie de fútbol) se enfrentaban a sus rivales eufóricos después de beber whisky.

Ya en el siglo XIX, el empleo de estimulantes en el deporte aumentó. En 1807, Abraham Wood, se impuso a Robert Barclay en una caminata de 24 horas con la ayuda de láudano, que le mantuvo despierto y caminando. En 1896 Arthur Lindon, ciclista galés, murió dos meses después de ganar un rallu París-Burdeos. La causa “oficial” de la muerte fue la fiebre tifoidea, pero en realidad se debió a un uso abusivo y prolongado de cafeína y estricnina. Otros dos ciclistas del mismo equipo murieron al poco tiempo con síntomas parecidos.

En 1975, el gobierno de Alemania Oriental fundó un departamento que dopaba a sus atletas. Unos diez mil deportistas fueron víctimas de esa red. Las nadadora ganaron 11 de 13 títulos en Montreal 1976, en 1988, en Seúl obtuvieron 122 medallas. Utilizaban asteroides anabólicos, a algunas de ellas se las inseminó para que las hormonas del embarazo mejoraran sus marcas.

Ha habido muchos más: el corredor de maratón Thomas J. Hicks, el corredor Ben Johnson, el equipo de natación, dos remeros, un corredor y dos campeones de halterofilia, de la selección de China, etc.

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