13 de marzo de 2017

PASTEL DE BODA Y MARCHA NUPCIAL


La tradición del pastel de bodas nace en la antigua Roma. Los romanos rompían un pan por encima de la cabeza de la novia como símbolo de fertilidad, los invitados recogían las migas y se las comían.

La costumbre se conservó hasta principios del siglo XVII, en ese momento, en Inglaterra, se empezaron a elaborar unas pequeñas tartas que una vez cocidas se apilaban. No era un pastel dulce, sino una torta plana, que se hacía con harina, agua y sal, encima de ellas se ponían frutas y nueces. La pareja se sentaba sobre la pila de tortas, como se desmoronaba, a mediados del siglo XVII se cambió por un pastel gigante. En Yorkshire, se tiraba por la ventana un plato con un trozo de pastel, si el plato se rompía la novia sería muy feliz, si no se rompía, el futuro no sería muy bueno.

Otra costumbre inglesa era poner un anillo en el pastel de novios. El invitado que lo encontrara sería muy feliz el año siguiente. La parte de arriba de la tarta se guardaba para el bautizo del primer hijo.

La marcha nupcial que abre y cierra la ceremonia religiosa en un boda, es una tradición que nace de la boda de la princesa Victoria de Inglaterra con el príncipe Federico Guillermo de Prusia. La princesa eligió las dos marchas en su boda: La Marcha Nupcial de Félix Mendelssohn para entrar en la iglesia y la ópera Lohengrin de Richard Wagner para la salida de la iglesia de la mano de su recién estrenado esposo.

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