8 de febrero de 2017

TIBULO Y DELIA


Albio Tibulo (51 a. C.-19 a. C.), poeta lírico latino, pertenecía a una familia de la aristocracia que estaba arruinada, todavía no había cumplido los veinte años. Tibulo se estaba preparando para iniciar su carrera militar bajo la tutela de Valerio Mesala Corvino, sus pretensiones era que Tibulo fuera ascendiendo en la vida política hasta llegar al Senado, pero a él no le interesaba nada de eso, lo único que quería era conocer el amor. El resultado de su ansia lo dejó escrito en dos libros de elegías.

A finales del año 32 a. C., Tibulo conoció a Delia, una joven y bella cortesana y a partir de ese momento, su vida giró en torno a ella. Por amor a Delia, no solo renunció a su carrera, sino incluso a la gloria. Eso para un romano de su época era muy grave.

A pesar de su absoluta adoración por Delia y a su negativa por dejarla, Tibulo tuvo que seguir junto a Mesala camino de Oriente a principios del año 31 a. C. Semanas antes de su partida se había aproximado todavía más a Delia, que le había cuidado y amado sin límites.  Sin embargo, Tibulo se puso muy enfermo y no pasó de la isla de Corfú, donde fue desembarcado. Allí, durante su enfermedad se aferró al recuerdo de Delia y a las ganas de vivir, imaginando que, cuando regresara a Roma, Delia y él no volverían a separarse nunca y a vivir juntos para siempre.

Durante su ausencia, Tibulo alentaba en sus versos a Delia a que se mantuviese casta y a que una anciana custodiase su pudor. Por fin, pudo regresar a Roma, aún convaleciente, pero allí se encontró con que las cosas no estaban como él lo había imaginado.

No encontró a Delia muy contenta por su regreso, sino a la solicitada cortesana, que nunca había dejado de ser, ocupada en los trabajos de su oficio. Durante su ausencia, Delia se había buscado un amante y protector más rico que Tibulo. Él le reprochó su deslealtad y le recordó que había cuidado de ella cuando se encontraba enferma, que había estado a su lado para todo, y que como agradecimiento, ella le entregaba su amor a otro. Ella no estaba dispuesta a cambiar sus costumbres ni a convertirse en la compañera exclusiva de un solo hombre.

Tibulo no podía cambiar la voluntad de Delia ni las costumbres de su tiempo, que consentían el trato de los patricios romanos con las cortesanas, a condición de que no se les ocurriera casarse con ellas y convertirlas en virtuosas matronas. Las cortesanas tampoco querían eso.

Cuando Mesala regresó de Oriente, Octavio le mandó una nueva misión en las Galias, donde se estaban produciendo sublevaciones. Tibulo lo acompañó y se mostró dispuesto y valiente durante la contienda. Una vez olvidó a Delia, comenzó una relación con otra cortesana llamada Némesis (venganza). Con ella la relación fue más apasionada y tortuosa.

Tibulo murió muy joven, en el año 19 a. C., y era considerado todo un  maestro de las elegías. Su obra es muy breve, unas dieciséis elegías, todas ellas de gran intensidad lírica. A su funeral acudieron Delia y Némesis, que parece que se disputaban a quien de las dos amó más Tibulo.

Delia proclamó, delante del cuerpo de Tibulo: “Más suerte tuviste cuando a mí me amabas, pues durante el tiempo en que yo fui tu pasión, gozaste de la vida”. Némesis respondió: “¿Por qué te quejas tú de la que es pérdida mía? Era a mí a quien sujetaba con su mano trémula cuando se estaba muriendo”.

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