21 de enero de 2017

EDUARDO VII EN EGIPTO


En 1862, Eduardo VII, (1841-1910), príncipe de Gales en ese momento, partió de Londres junto a un pequeño séquito con destino a Oriente Próximo. Durante cuatro meses, el hijo de la reina Victoria y el príncipe Alberto visitaría Egipto, Palestina, Siria, Líbano, la actual Turquía y Grecia. Ese viaje tenía como objetivo de que el príncipe adquiriera conocimientos de geografía y culturas antiguas, además de para ejercitar habilidades diplomáticas. El comienzo del viaje se había programado para finales de diciembre de 1861, pero la muerte prematura a causa de unas fiebres tifoideas, el 14 de diciembre, del príncipe Alberto, su padre, aplazó el viaje hasta principios de febrero.

La comitiva la componían varios oficiales del Ejército, un médico de la Marina Real, un experto en la zona que haría de guía, un reverendo y profesor de Historia en Oxford, y un fotógrafo.

El 6 de febrero dejaron atrás Londres y viajaron en tren hasta Viena y Trieste, desde allí a bordo del yate real HMY Osborne, navegaron hasta Venecia. Estuvieron visitando la costa dálmata y, a finales de mes, partieron en dirección a Alejandría, donde, después de un trayecto muy accidentado a casusa del mal tiempo, desembarcaron el 1 de marzo. El viaje por Oriente acababa de empezar.

La comitiva real se desplazó en tren hasta El Cairo, donde fue recibida por el Vali Said Pasha, que alojó a los integrantes del grupo en palacio. Durante 28 días recorrió el país bajo la hospitalidad del gobernante. Primero visitaron las mezquitas, los bazares y los museos de la capital. Gracias a que Eduardo escribió un diario se conocen sus impresiones sobre el viaje. Se sabe que el Museo de Antigüedades Egipcias le entusiasmo.

Visitó excavaciones arqueológicas, compró antigüedades. En Tebas asistió a la exhumación de una pequeña momia, estaba tan entusiasmado que se la llevó a Inglaterra. Le gustaban más los tesoros que podía comprar que la historia que tenían. Disfrutó de su estancia en Giza, donde la expedición durmió en un campamento bajo las pirámides. La travesía por el Nilo, de Asuán a Luxor no le gustó tanto. En lugar de visitar las ruinas prefería pasar el tiempo fumando, disparando a los cocodrilos o leyendo novelas de crímenes. Suez, en ese momento hacía tres años que se estaban realizando las obras del canal, recibió una breve pero importante visita de la comitiva por tren.

A finales de marzo, el grupo desembarcó en el puerto de Jaffa y de allí se trasladó a Jerusalén.

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