8 de noviembre de 2016

PRIMEROS SUICIDIOS DE LA HISTORIA


Periandro, segundo tirano de Corinto y, entre otras cosas, uno de los Siete Sabios de Grecia, no solo quería suicidarse, también quería que su cuerpo no fuese encontrado. Para ello, eligió un lugar muy apartado del bosque y mandó a dos jóvenes que le siguieran. Cuando él les hiciera una señal, ellos se abalanzarían, lo matarían y lo enterrarían allí mismo. Cuatro hombres tenían que matar a los dos anteriores y enterrarlos cerca de allí, un nuevo grupo mataría a estos cuatro y los enterraría todavía más lejos, de esa forma resultaría imposible encontrar su cadáver.

Demóstenes (384-322 a.n.e.), orador y político ateniense, se suicidó como una manera de rechazar a un régimen que combatió durante toda su vida. En el 323, Antípatro coarta su intento de rebelión y le condena a muerte. Demóstenes huye derrotado a la isla de Calauria. El 12 de octubre del 322 se envenenó en el templo de Poseidón.

Marco Porcio Catón, el joven (95 a. C.-46 a. C.) fue un político romano, bisnieto de Marco Porcio Catón el viejo, quien es considerado como el padre de la lengua latina. Como su abuelo trajo la desgracia y la ruina sobre Roma, lucho contra Julio César, perdiendo. Al saber que nada iba a impedir la derrota en la defensa de la ciudad, introdujo su espada en su pecho para salvar su honor. Eso no fue suficiente para él, por eso abrió la herida con sus propias manos y desgarró sus entrañas.

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