18 de septiembre de 2016

LA NAVEGACIÓN EN CHINA Y ORIENTE


Tres siglos antes del nacimiento de Cristo, los pueblos polinesios fueron echados del Asia y se desplazaron hacia el Este a través del Pacífico, de archipiélago en archipiélago, dejando núcleos de población en cada isla. La peregrinación duró mil años, entre las Marquesas y Hawai, cientos de flotas de piraguas recorrían más de tres mil kilómetros sin tocar tierra ni una sola vez. Según los expertos estos marinos polinesios utilizaban piraguas dobles provistas de velas e impulsadas hasta por 50 remeros. En el centro, una plataforma servía de refugio para mujeres, niños y animales domésticos.

En China, desde tiempos muy remotos, utilizaban juncos capaces de navegar por los grandes ríos y a lo largo de las costas. Veleros de cinco mástiles se desplazaban por los ríos de Caray, cuando en Europa todavía navegaban con balsas fabricadas con troncos. La brújula, el timón, los puentes y camarotes, eran muy normales en las embarcaciones chinas.

Los árabes dominaban el comercio con Oriente durante la Edad Media, traficaban entre China y Occidente en lujosos barcos, ricamente adornados,  equipados con brújulas chinas. Los árabes protegían sus naves con planchas metálicas, siendo estos los primeros acorazados. Con barcos comprados en Levante y marineros egipcios y sirios, los árabes pudieron conquistar, en el siglo IX, Chipre, Creta y Sicilia, la flota bizantina fue la que les impidió apoderarse de Constantinopla. En Constantinopla se sentían orgullosos de sus “dromons”, grandes galeras birremes que iban impulsadas por un centenar de remeros, equipadas con fuego griego para incendiar las naves enemigas.


Desde el Norte llegaron nuevos marinos, exploradores y mercaderes. Eran altos, fuertes y barbudos que traían pieles, esclavos, dientes de foca desde sus escondites perdidos en Escandinavia, eran los vikingos.

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