17 de agosto de 2016

AUTO DE FE


El auto de fe era un acto público organizado por la Inquisición. Los condenados abjuraban de sus pecados y mostraban estar arrepentidos y reconciliarse con la Iglesia Católica. De esa manera pedían el perdón y la salvación de su alma en el otro mundo.

Se organizaban después de la acumulación de muchos procesos resueltos. Elegido el día, la tarde anterior tenía lugar la procesión de la Cruz Verde, que recorría las calles hasta depositar esa cruz símbolo de la Inquisición, sobre el altar del tablado dispuesto en la plaza.

Otra cruz blanca, era llevada hasta el brasero o quemadero, donde en algunas ciudades era custodiada por el cuerpo especial de los soldados de la zarza. Al anochecer, el inquisidor visitaba a quienes ibas a ser relajados para comunicarles su suerte, dejándoles con la asistencia del sacerdote.

Antes del alba se celebraba la misa y luego se organizaban la procesión general. Tras los soldados de la zarza, iba la cruz parroquial y, a continuación, los penitentes siguiendo un cuidadoso orden que reservaba el último lugar a los que van a ser relajados. La procesión se cerraba con los familiares, el estandarte del Santo Oficio y, finalmente, los inquisidores. Ya en la plaza, cada uno se situaba en el lugar previsto, mientras el público ocupaba las tribunas, balcones y espacio libre.

La ceremonia consistía en un sermón, tras el cual se leía el juramento de fidelidad al Santo Oficio, respondiendo los asistentes, amén. Si el rey estaba presente, el inquisidor decano le tomaba juramento de defender la fe, perseguir a los herejes y proteger la inquisición. Después, eran leídas las sentencias desde dos púlpitos, mientras el alguacil presentaba a cada reo para que siguiera la suya. Finalizada la lectura tenían lugar las ceremonias de abjuración y de reconciliación, con lo cual el acto concluía.

A la mañana siguiente, los reos eran ingresado en la cárcel inquisitorial, o bien entregados al brazo secular para que procediera al castigo de azotes, envío a galeras o ejecución en la hoguera. Estos autos de fe eran espectaculares y muy costosos. 

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