9 de julio de 2016

LA BURGUESÍA DURANTE EL REINADO DE LOS REYES CATÓLICOS


Durante el reinado de los Reyes Católicos, los nobles recibieron todo el apoyo de Isabel y Fernando, ya que la alta nobleza era el puntal social y político de su monarquía. Por esa razón, en esa época se crearon títulos nuevos, con los que adornar a los hombres ricos, por ejemplo: el marquesado de Moya o los ducados del Infantado, Nájera o Gandía. A la vez, se fundaron nuevos señoríos, como el de los Vélez, en el reino de Ganada, concedido a la familia murciana de los Fajardo, o el de Maqueda, en tierras toledanas.

Ciudades de vieja tradición real caían bajo el espacio de los grandes linajes de la nobleza, como le sucedió a Guadalajara con los Mendoza. La regulación del mayorazgo, de acuerdo con la Leyes de las Cortes de Toro de 1505, beneficiaba a la aristocracia.

La alta nobleza, principalmente en la Corona de Castilla, se encontraba en la cima del poder, sobre todo en el terreno social y económico. El acceso a la condición nobiliaria, aunque fuera en sus rangos menores, era para ellos una aspiración universal. La burguesía buscaba su introducción en las filas de la caballería. Las familias Arceo, Astudillo, Curiel o Maluenda, pertenecientes a la nobleza burgalesa en la época de los Reyes Católicos, unificaban su fortuna, gracias a los negocios y a su condición de caballeros. En ocasiones las viejas familias hidalgas se preocupaban por el acceso a su vida de mercaderes, arrendadores o “hombres de bajas maneras”.

Un grupo social en ascenso eran los letrados. Expertos en cuestiones jurídicas, los letrados eran personas ideales para colaborar en las tareas de gobierno, sobre todo en el terreno político-administrativo y en el judicial. A veces se les llamaba “hombres de los expedientes”, solían proceder de las capas medias de la sociedad. Su carrera empezaba, por lo general, en un medio local, por ejemplo en la Chancillería o en los Grandes Consejos. Buena parte de la eficacia de la monarquía de los Reyes Católicos se debe a la acción de los letrados, cuyo ascenso fue imparable desde finales del siglo XV.

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