14 de mayo de 2016

EL CADÁVER DE GRAM PARSONS


Gram Parsons (1946-1973), cuyo verdadero nombre era Ingram Cecil Connor, fue un músico de finales de los sesenta, principios de los setenta, que inventó el country-rock, hizo prometer a los compañeros de su grupo “The Flying Burrito Brothers”, que si moría, lo quemarían en mitad del desierto Joshua Tree, California.

Phil Kaufman, manager del grupo, le prometió que si le ocurría algo, él se encargaría de incinerarlo en mitad de ese hermoso paisaje, junto a un lugar rocoso llamado Cap Rock.

Gram murió en septiembre de 1973, de una sobredosis de morfina, heroína y bourbon, en la habitación número 8 del hotel Joshua Tree Inn, situado en el parque nacional Joshua Tree, al sureste de California. En ese lugar se unen los desiertos de Colorado y de Mojave.Gram y su grupo se instalaban habitualmente en ese lugar para disfrutar de la naturaleza y avistar ovnis.

Su padre adoptivo se hizo cargo del cadáver. Ordenó su traslado por avión a Nueva Orleans, como familiar cercano tenía autoridad sobre el cadáver. Lo único que le interesaba era la herencia de Gram y, por esa razón, a sus amigos no les hizo demasiada gracia, pero no pudieron hacer nada para impedirlo.

Cuando el féretro con los restos de Gram Parsons iba a ser embarcado, en la misma pista de carga, se presentaron su manager Phil Kaufman y otro amigo, con un coche fúnebre, lo consiguieron en un desguace. Dijeron que los planes eran otros y que el féretro viajaría por carretera y se lo llevaron. De esa manera robaron el cuerpo de su amigo para poder cumplir sus deseos.

Lo llevaron al parque nacional Joshua Tree , compraron cinco garrafas de gasolina, pensaban rociar el féretro y prenderle fuego. Llegaron a Capo Rock de madrugada, colocaron el féretro en el lugar elegido, lo rociaron con la gasolina y le prendieron fuego.

 Mientras lo hacían, oyeron un coche a lo lejos, pensaron que era la policía, echaron a correr dejando el ataúd ardiendo. La humareda alertó a la policía, recuperaron el cuerpo y lo volvieron a entregar a la familia para que prosiguiese hasta Nueva Orleans.

Los amigos se escondieron durante unos días, cuando todo se hizo público y supieron que la policía los buscaba, se entregaron. En el estado de California, no existían leyes que castigaran el robo de cadáveres, así que la condena fue una multa de setecientos dólares que es lo que había costado el ataúd quemado. No tenían dinero para pagar la multa y se les ocurrió celebrar un recital benéfico, con los ingresos la pagaron y el resto se lo “fumaron”.

Gram Parsons acabó en el cementerio Garden of Memories. Su epitafio dice: “Su alma vive a través de su música. Su espíritu vive en nuestros corazones”.

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