7 de marzo de 2016

EL HONOR DE PEDRO III DE ARAGÓN


Pedro III de Aragón, apodado el Grande (1239-1285), rey de Aragón, rey de Valencia, conde de Barcelona y rey de Sicilia. Conquistó Sicilia en 1282, por ello entró en guerra con Carlos de Anjou, desposeído de Sicilia, con el Papa y con los reyes de Mallorca y de Francia. Pedro el Grande a pesar de todos los problemas, no dudo en realizar un largo y peligroso viaje para dejar a salvo su honor de caballero.

Derrotado por mar y por tierra, Carlos de Anjou pensó que su única posibilidad de salvación era alejar de la tierra al rey de Aragón y provocó su marcha enviándole a dos clérigos que lo acusaron de haber entrado en Sicilia no como hombre leal y bueno, sino con malas manera y maldad.

A estas acusaciones Pedro respondió desafiando a su enemigo: “todo hombre que diga que yo he entrado en el reino de Sicilia malvada e indebidamente, miente como falso y desleal y lo probaré en batalla cuerpo a cuerpo dándole la ventaja de armas que quiera”.

Las negociaciones fueron largas, las embajadas numerosas y los gesto exquisitos. Carlos propuso un combate de cien contra cien, Pedro insistió en la batalla individual y mantuvo su oferta de dar ventaja de armas, según Carlos, porque estaba seguro de que su rival no podía aceptar la ventaja, indigna para un caballero.

Finalmente, acordaron nombrar una comisión de doce caballeros, seis por cada parte, para que designaran el lugar, día y modalidades de la batalla. El 1 de junio, en Burdeos, bajo la protección del rey de Inglaterra, señor de la ciudad. Quien no acudiera sería tenido por falso y desleal, no sería considerado rey, y en ningún tiempo podría utilizar bandera ni sello, ni cabalgar acompañado.

Pedro llegó en galera de remos a Cullera, desde donde siguió viaje a pie por Alcira y Tarazona en dirección a Burdeos. Al adentrarse en tierra de Gascuña, el viaje se hizo en incógnito, disfrazado el rey de mayordomo de un rico mercader aragonés y acompañado de tres caballeros vestidos de escuderos.

Pedro se presentó en Burdeos con un solo caballero, dejando a los otros en un lugar próximo, esperando por si había que salir huyendo. Los recelos del rey eran ciertos, ya que los hombres de Carlos de Anjou habían tomado la ciudad.

Pedro salvó su honor paseando por el campo de batalla y haciendo levantar acta notarial de que el gobernador de Burdeos no podía asegurar el campo, porque el rey de Inglaterra había mandado entregar toda la tierra del Bordelés al rey de Francia y al rey Carlos. El senescal reconoció igualmente al monarca aragonés que ese era el campo donde debería tener lugar la batalla.

Así pudo Pedro volver a sus tierras como caballero leal.

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