1 de noviembre de 2015

HISTORIAS DE REINAS (4)


Durante el reinado de Catalina I de Rusia (1725-1727), las reglas para las fiestas decían que ningún caballero debía emborracharse antes de las 9, las damas no podían hacerlo nunca. La hija de Catalina, y las otras damas jóvenes de la corte, se disfrazaban de hombre, eso les permitía burlar esa regla.

La princesa Marie Bonaparte (1882-1962) (además era escritora y psicoanalista), tía de la reina Isabel II de Inglaterra, pagó a los nazis un soborno de 20.000 libras esterlinas, que permitió que Sigmund Freud (1856-1939), a los 82 años, se trasladase de Austria a Inglaterra en el año 1938.

Las autoridades de ocupación habían exigido el dinero, declarando que Freud debía impuestos sobre sus rentas (cosa totalmente falsa) y amenazando con la confiscación de la biblioteca y su archivo. Freud pagó a la princesa después de llegar a Inglaterra, ya que había podido sacar oro de Austria. Vivió en Inglaterra 15 meses antes de morir.

La reina Austrichilda, esposa del rey Guntram, se encontraba enferma de disentería en el año 580 d. C., pensó que sus dos médicos no se esforzaban lo suficiente en curarla, así que hizo prometer al rey que los mataría si ella moría. La reina murió y los médicos fueron ejecutados, en presencia de otros médicos de la corte.

Cuando la reina Isabel I de Rusia (1709-1762) murió, fueron encontrados en su guardarropa 15.000 vestidos. Acostumbraba a cambiarse dos e incluso tres veces en una noche.

La lengua materna de la reina Victoria de Inglaterra (1819-1901) no fue el inglés. Su madre, hija de un duque germano, hablaba alemán en casa, y Victoria, aunque reinó en Inglaterra 64 años, nunca hablo perfectamente el inglés.

Cuando Catalina II de Rusia, la Grande (1729-1796) viajó de San Petersburgo a Moscú para la ceremonia de su coronación, la corte la siguió en 14 grandes trineos, y cerca de 200 más pequeños. Uno de los trineos era un palacio en miniatura sobre patines. Contenía un salón, biblioteca y un dormitorio. Ocho personas podían permanecer en él de pie.

María I, reina de Escocia (1542-1587), se casó con su primer esposo Francisco II (1544-1560), delfín de Francia, se vistió con un vestido de novia blanco, porque ése era su color favorito. María Estuardo estaba desafiando a la tradición; el blanco era el color del luto para las reinas francesas. Al vestir de blanco, pronosticó la muerte de su marido, dos años después.

Berenguela de Navarra (1165-1230), reina consorte de Inglaterra, casada con Ricardo I Corazón de León, jamás vivió en ese país, a pesar se ser su reina.

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