18 de noviembre de 2015

ANTICIPACIONES


Catorce años antes que el Titanic iniciara su viaje inaugural en 1912, se publico una novela que podríamos llamar premonitoria, se titulaba “Futilidad”, estaba escrita por Morgan Robertson. La novela trataba sobre un trasatlántico de lujo, imposible de hundir y el más grande del mundo. Ese barco tenía un casco triple, navegaba de 24 a 35 nudos, tenía 244 metros de largo, con un desplazamiento de 70.000 toneladas. Todo, o casi todo, idéntico al Titanic. Igual que el Titanic, su lista de pasajeros era lo mejor de la sociedad, y tampoco había suficientes botes salvavidas. En la novela, el barco se hunde y choca contra un iceberg, hundiéndose en el fondo del Atlántico. El nombre de ese trasatlántico en la novela era “El Titán”.

Cleve Cartmill, describió exactamente como sería la bomba atómica, el detalle curioso es que lo hizo un año y medio antes de que se diera a conocer oficialmente. La descripción era parte de un relato de ciencia-ficción llamado “Deadline” (Plazo final) en la edición del mes de marzo de 1944. Nadie le prestó demasiada atención.

H. GG. Wells escribió, en 1914, sobre un arma atómica en el “Mundo Liberado”. El nombre que le dio a ese artefacto fue “bomba atómica”.

Nicolás de Cusa, arzobispo alemán, dijo en 1450 que las estrellas era soles, que tenían sus propios sistemas planetarios y que en alguna de ellas podía haber vida. Nadie le hizo caso. Esa misma teoría es la que sostienen los astrónomos actuales.

En el año 230 a. C., el filósofo griego Eratóstenes calculó la circunferencia de la Tierra en 40.233.500 metros, estudiando las sombras producidas por el Sol en diferentes lugares del día. Diecisiete siglos y medio antes del primer viaje de circunnavegación.

El emperador chino, Hwang Ti, en el año 3650 a. C., se dio cuenta que toda la sangre que hay en el cuerpo humano se encuentra bajo el control del corazón, la corriente sanguínea fluye continuamente en un círculo y nunca se detiene. 4.000 años después, William Harvey, en 1616, llegó a la conclusión de que la función del corazón es como la de una bomba, y que la sangre que circula por el cuerpo, afirmando la teoría del emperador.

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