23 de julio de 2015

HERNÁN CORTÉS Y DOÑA MARINA


En el año 1519, Hernán Cortés se encontraba en la costa de Tabasco, México, que estaba poblada por los mayas. Los caciques locales quisieron agasajar a Cortés con numerosos regalos; oro, mantas, alimentos, y un obsequió muy especial, veinte doncellas (era algo normal en las costumbres aztecas), entre esas veinte doncellas se encontraba Malinalli, la que llegaría a ser para los españoles doña Marina, y una persona muy especial para Hernán Cortés.

Malinalli (o Malinche) nació en el año 1500, en la actual Veracruz, pertenecía a una familia noble, al morir su padre, su madre se volvió a casar y la pareja decidió deshacerse de Malinalli vendiéndola a unos mercaderes. Éstos la vendieron como esclava en el mercado de Xicalanco, que a su vez, la vendieron al señor de Potochán. Éste fue el que la entregó a Hernán Cortés.

Antes de aceptarlas, Hernán ordenó que fueran bautizadas, entre otras cosas para cumplir la ley castellana que permitía mantener relaciones con concubinas solamente si eran cristianas y solteras. De esa manera Malinalli pasó a llamarse Marina. Doña Marina fue de mucha ayuda para Hernán Cortés y su gente, ya que hablaba el náhuatl, además del maya. 

Cortés no tardó en hacerla su amante. Después de la conquista azteca, Hernán Cortés se instaló en Coyoacán, Marina seguía junto a él, y en 1522 tuvieron un hijo, Martín.  Un tiempo después, Hernán Cortés, decidió buscarle una vida mejor a Marina y decidió casarla con Juan Caramillo, procurador del ayuntamiento de México. Con esta boda, Cortés cumplió la promesa de libertad que le había hecho a Marina al conocerla, al mismo tiempo le otorgó las encomiendas de Huilotlán y Tetiquipac, que le correspondían por herencia y le proporcionó una maravillosa posición social.

Al terminar la expedición hondureña, Hernán Cortes y doña Marina se separaron. Durante el regreso a México, Marina tuvo una niña, María. Se instaló junto a su marido en Ciudad de México. No se pudo llevar con ella a su hijo Martín, que se quedó al cuidado de Juan Altamirano, primo de Cortés.

No se sabe cuándo, ni de que, murió doña Marina.

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