13 de abril de 2015

LA MUERTE DE LOPE DE VEGA


Félix Lope de Vega y Carpio murió el 27 de agosto 1635, su vida fue muy agitada y llena de excesos, por esa manera de vivir, el Consejo de Castilla no autorizó un entierro solemne como el que quería llevar a cabo el Ayuntamiento de Madrid. Eso no tuvo mucha importancia, los madrileños se echaron a la calle para despedir a Lope de Vega.

Del gentío que había en las calles cuentan que la cruz que presidía el cortejo fúnebre había llegado al templo de San Sebastián, el cuerpo de Lope todavía no había salido de su casa. La comitiva dio un pequeño rodeo para pasar junto a los muros del convento trinitario donde vivía como monja de clausura su hija Marcela, para que pudiera despedirse de su padre.

En ese convento debía ser enterrado, Lope de Vega no quiso porque el convento estaba deteriorado, dejo la orden que lo enterraran en el templo de San Sebastián. Fue enterrado en el segundo nicho del tercer orden. Doscientos años después, cuando se abrió la tumba, Lope no estaba donde supuestamente lo habían dejado. En su lugar reposaba una mujer, apellidada Ramiro y Arcayo, que era la hermana del vicario de Madrid. Al parecer Lope fue quitado para colocar a la señora. Lope de Vega fue a parar al osario común.

Era muy normal en esa época, sacar a difuntos antiguos para enterrar a los nuevos, esa práctica se llamaba “mondas de parroquia”. Lo hacían con cuidado y, ya que en las iglesias se enterraba a gente ilustre, se ponía cuidado en saber donde iban a parar los huesos, Lope de Vega no tuvo esa suerte.

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