14 de marzo de 2015

ORÁCULOS EN LA ANTIGÜEDAD


Uno de los oráculos griegos más antiguos es el de “Dodona”, en Epiro. En la Iliada, Homero lo evoca: Aquiles interroga a Zeus padre de todos los dioses. La respuesta llega a través del susurro de las hojas de los árboles sagrados y el rumor del agua de una fuente, es descifrada por los sacerdotes del lugar. En Olimpia, los lamides (sacerdotes de Olimpia) leían el futuro en el fuego y en las entrañas de los animales sacrificados. El oráculo de Delfos es el más famoso, también era muy conocido el de “Delos” que fue creado para celebrar la isla donde había nacido Apolo.

Los oráculos egipcios, coetáneos de los griegos, también fueron muy famosos. El más conocido fue el de Amón-Ra, que se remonta hacia el 1500 antes de nuestra era, en la época de la reina Hatshepsut. Según la tradición, el oráculo se materializaba en una imagen del dios que habla y se desplaza. Las preguntas eran formuladas por escrito sobre rollos de papiro y él las responde hablando. En el 332 antes de nuestra era, el oráculo de Amón-Ra recibió la visita de Alejando Magno.

En Roma, las sibilas, eran intermediarias de los dioses. La gente viajaba desde lejos para escuchar a los oráculos de la sibila de Tibur o la sibila de Cumes. Esas profecías estaban reunidas en nueve volúmenes que el rey Tarquino ordenó conservar, poco antes de la era cristiana, fueron destruidos como consecuencia de un incendio. El cristianismo se atribuyó el mito de las sibilas, asociándolas con las profetisas del Antiguo Testamento.

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