22 de marzo de 2015

HISTERIA FEMENINA EN LA ANTIGÜEDAD


El útero se consideró en la antigüedad un animal, los griegos creían que se movía libremente por el cuerpo femenino, lo que causaría un mal de la matriz conocido como “histeria” (palabra que deriva del griego “hystéra=matriz”. Platón creía que el útero de la mujer era un pequeño animal vivo que se movía dentro del cuerpo, además era el responsable del mal genio y del excesivo deseo sexual de algunas mujeres. Galeno, el primer médico de la historia, decía que la histeria es una enfermedad causada por la falta de placer sexual de la mujer, la solución es la satisfacción sexual.

Los médicos antiguos utilizaban una técnica para curar la histeria, que consistía en provocar un orgasmo médico a la paciente. Dependiendo de la dirección en que se desplazara el útero, se aplicaban distintos tratamientos, el más usual era inhalar por la nariz sustancias de olor fétido (azufre, cuerno, aceite de foca, asfalto…) eso empujaba la matriz hacia abajo, mientras se aplicaban fumigaciones aromáticas por la vagina para atraerla.

Sorano de Éfeso, médico griego (98-138) consiguió hacer olvidar la teoría anterior, aunque mantuvo la teoría de que el útero era el responsable de algunos problemas mentales. Según Hipócrates, el útero de las mujeres que no practican sexo asiduamente se seca y cierra herméticamente, lo que atormenta a todo su cuerpo.

Para curar la histeria se recomendaba introducir en la vulva de la mujer un dedo impregnado en aceite de lirio, laurel o nardo y lo agitara con fuerza. Durante la Edad Media, se recurría a animar a los maridos a que atendieran a sus esposas, y en caso de ser la mujer soltera a la masturbación recetada. Más tarde comenzaron a ser doctores especializados en masajear el clítoris femenino los que “curaban” la histeria. En la época victoriana, en los consultorios de Londres había mesas de vapor. Probando y probando se llegó a los primeros vibradores eléctricos.

La histeria siguió considerándose una enfermedad del útero, hasta que en 1671, Thomas Willis (1621-1675), anatomista, manifestó que era una enfermedad cerebral. Sigmund Freud (1856-1939), amplió los conocimientos sobre el tema.

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