26 de enero de 2015

PIJAMA Y CAMISÓN


En España, el uso del pijama y del camisón se remonta al siglo XV. Antes de esa fecha, los hombres y las mujeres dormían desnudos. Se trataba de unas enormes camisolas, largas que arrastraban por el suelo, eran unisex. El momento de ponerse el camisón se relacionaba con el descanso.

Los camisones del siglo XVI estaban fabricados en lana y tenían unas mangas enormes, anchas y largas. Las señoras de alta alcurnia se los hacían confeccionar en terciopelo, con encajes, y bordados, forrados y con adornos de piel. Los camisones masculinos tenían unos cortes en los costados y en las axilas.

En el siglo XVIII se puso de moda el llamado “negligée”, se trataba de un camisón ajustado, de seda, con encajes y plisados. Las señoras lo utilizaban para estar por casa, más que para dormir. El camisón masculino pasó a ser suelto y con forma de pantalón muy amplio, este modelo era importado de Persia.

En Persia fue donde se le llamó pijama, palabra que significa, en persa, “ropa para cubrir la pierna”. Eran unos pijamas muy llamativos, llenos de color. En esta clase de pijama fue donde se inspiró Amelia Jenks Bloomers, feminista neoyorkina, para mostrarse en público con pantalones, de esa manera nacieron los “bombachos” o Bloomers”.

De esa manera, el camisón y el pijama han ido transformándose en lo que hoy en día conocemos, multitud de diseños, colores, estampados, etc.

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