27 de enero de 2015

EL CASTILLO DE COLDITZ


El Castillo de Colditz, fue el recinto más vigilado de Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, al convertirse en campo para prisioneros de guerra. Por ese motivo se convirtió en una constante tentativa de fugas, sólo treinta y dos presos lograron escapar. En el castillo iban a parar los oficiales aliados más temidos, los que habían intentado fugarse en más ocasiones, los más peligrosos, por esa razón había más guardianes (unos 500) que prisioneros.

Una tentativa de fuga muy original sucedió en 1944. La idea era escapar a bordo de un planeador fabricado por los propios presos. Lo construyeron en la azotea de la capilla, donde levantaron una falsa pared para esconder el lugar de trabajo. Utilizaron barras de hierro de las ventanas y tablones de las camas para construir el armazón, sellando uno a uno los poros con el mijo hervido que les daban para desayunar.

La aguja de un gramófono la utilizaron como sierra diminuta para los trabajos delicados. Un cerrojo fue utilizado como manómetro y los sacos de dormir de algodón sirvieron para forrar la estructura. El planeador medía diez metros y tenía una capacidad para dos personas.

Para el despegue, el planeador se colocaría sobre una superficie de mesas y sobre una guía atada con una cuerda muy larga a una bañera llena de cemento. Cuando empujaran la bañera desde el techo, caería con la fuerza suficiente como para lanzar al aire el planeador, unos 50 km/h. Después cortarían la cuerda y el aparato planearía a través del río Mulde, que se encontraba a unos sesenta metros más abajo.

No les sirvió de nada el trabajo, nunca fue puesto a prueba, la guerra estaba a punto de finalizar.

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