3 de noviembre de 2014

PROSTITUCIÓN EN LA EDAD MEDIA


A raíz del cuarto Concilio de Letrán (1215), la iglesia empezó a preocuparse por la moral del pueblo cristiano. Así, en el siglo XIII se inició una persecución de las prostitutas. Luis IX de Francia, entre 1254 y 1269, dio la orden de que salieran de su reino todas las mujeres de mala vida, al mismo tiempo prohibió el juego. Todo esto bajo amenaza de marcar a las prostitutas con hierro candente y exponerlas en el rollo (columna de piedra para exponer la cabeza de los ajusticiados o los reos a la vergüenza pública).

A finales del siglo XIII, cambio la mentalidad y algunos eclesiásticos consideraban que los pecados carnales, eran menos graves, y que el acto carnal de mutuo acuerdo entre dos personas libres era un pecado venial, otros decían que la mujer que se prostituía, no por placer sino para ganar dinero, realizaba un trabajo que se debía valorar como tal.

En la segunda mitad del siglo XIV, la prostitución se ejercía públicamente, cumpliendo un papel social. Las ciudades abren mancebía: en Venecia el Castelletto en 1360; en Tarascón se abrió una en 1374; en Perpiñán en 1380; en Dijón en 1383; en Florencia en 1403; en Siena en 1421, en Valencia a finales del siglo XIV; en el siglo XV en Burgos, Valladolid, Segovia, Córdoba, Sevilla, y otras muchas ciudades.

Las prostitutas de finales de la Edad Media, tanto las que ofrecían sus servicios en las mancebías, (que a cambio del pago de una pensión, le aseguraban techo, protección y un horario específico), como las que ejercían delante de su puerta, por las plazas y las tabernas, en los baños, o, en el caso de las cortesanas, en sus propias casas, no estaban marginadas sino que cumplían un papel en la sociedad.

A partir de 1480, la crisis redujo a la pobreza a los más débiles económicamente, y muchas mujeres se vieron obligadas a ejercer la prostitución para sacar adelante a sus familias. Al mismo tiempo la iglesia se volvió menos permisiva y separó a las mujeres honestas de las prostitutas, condenó a las alcahuetas, y defiendió el cierre de los baños.

Las mancebías se rodearon de un muro destinado tanto a proteger a las prostitutas de las violencias masculinas como a apartarlas del comercio de las demás mujeres a las que podrían pervertir.

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