7 de noviembre de 2014

JENNY EL SELLO MÁS FAMOSO DEL MUNDO


Después de muchas pruebas, el Servicio Postal de Estados Unidos inauguró, en 1918, el servicio de correo aéreo entre Washington D.C., Filadelfia y Nueva York. Para ello el Servicio Postal emitió un nuevo sello que reproducía, en los colores rojo y azul, el avión biplano elegido para prestar el servicio, un Curtiss JN-4, conocido como Jenny. El sello fue expedido por primera vez el 10 de mayo.

William T. Robey, filatélico de Washington, se dirigió ese 10 de mayo a la estafeta de correos a comprar algunos de esos sellos conmemorativos. Era un buen coleccionista y tenía mucha habilidad para detectar errores al instante. Se le paró el corazón cuando el empleado de correos puso en el mostrador una plancha con los nuevos sellos, “el avión del sello estaba invertido”. En vez de comprar un par de sellos como había pensado, compró una hoja entera de cien, le costaron 24 dólares, una fortuna en ese momento.

Cuando llegó al trabajo (trabajaba en las oficinas de un corredor de bolsa), comentó con algunos compañeros su descubrimiento. Poco tiempo después unos inspectores postales visitaron a Robey en su oficina, le presionaron y amenazaron (le dijeron que el gobierno le confiscaría los sellos) para que devolviera los sellos, él se negó y los escondió. Al mismo tiempo contacto con la prensa y con algunos de los mejores filatélicos. Decidió entonces venderlos y acabar con el problema. Contactó con Eugene Klein, comerciante de sellos en Filadelfia, que le pagó quince mil dólares por la hoja de cien, y se la revendió por veinte mil dólares al coronel Edward Green, comerciante de Nueva York. El coronel cortó la hoja en un bloque de ocho, varios de cuatro y el resto en uno. Después vendió algunos sellos sueltos y bloques de cuatro a coleccionistas conocidos, para su colección personal conservó los sellos sueltos y el bloque más grande.

A partir de ese momento ocurrieron numerosas historias: El coronel Green vendió los primeros diez a doscientos cincuenta dólares cada uno; después, elevó el precio a trescientos cincuenta dólares y, más tarde, a seiscientos cincuenta. Se especuló que cuarenta y tres de ellos se habían hundido junto con el yate de un multimillonario y que otro coleccionista fue enterrado con el sello en el bolsillo de su chaqueta, estas historias fueron desmentidas.

Algunas anécdotas: Una viuda regaló los libros de su esposo, él guardaba uno de ellos entre uno de esos libros, nunca lo recuperó. Un coleccionista daño su sello al ser succionado por la aspiradora de su esposa. Un sello fue robado durante un bombardeo aéreo, cuando se recuperó había perdido la goma. Un comerciante rescató tres sellos de una inundación en Pensilvania. Siete sellos se dan por destruidos o perdidos, otros tantos han sufrido daños irreparables.

Green mandó hacer un medallón para su esposa con uno de los sellos, ella lo llevó colgado hasta su muerte en 1950. Los dieciocho sellos restantes los guardó en una caja fuerte. Tras su muerte en 1936, sus herederos encontraron los sellos pegados entre sí, se lograron separar, pero perdieron la goma. En 1942 se vendió en subasta uno de ellos, por mil setecientos cincuenta dólares. El resto, según su estado, se vendieron entre setecientos cincuenta y tres mil trescientos dólares.

Hoy su valor es de unos doscientos mil dólares la unidad. Se conoce una sola copia usada: el coronel Green estaba fuera de la ciudad y su esposa quería enviarle una carta, para ello, entró en el despacho de su marido y cogió uno de los sellos de veinticuatro centavos.

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