25 de septiembre de 2014

OTRAS FORMAS DE PEREGRINAR A SANTIAGO


Desde hace muchos años se ha peregrinado a Santiago, no siempre se ha hecho por los posibles beneficios espirituales o como reto personal. Primitivamente se hacía el Camino de Santiago por dinero. Era frecuente la figura del peregrino por encargo de otros.

En diciembre de 1456, el Consejo de la ciudad de Barcelona decidía enviar dos peregrinos a Compostela con el objeto de suplicar el auxilio del santo para que acabase con la peste que estaba causando estragos en la ciudad. Lo mismo pasó en 1458, 1483 y 1507. De esta manera el peregrinaje se convirtió para algunos en un oficio. Uno de ellos fue Juan de Acre que en un acta de la Corte de París, en 1313, figura bajo la calificación de “buscador de perdones”.

También existía la posibilidad de que el peregrinaje fuese una condición impuesta en una clausula testamentaria, necesaria para acceder a la herencia. Eso ocurrió con Gaillarde Mormer, viuda de Jean Désangles de Vic-Fazesanc, quien otorgó testamento el 25 de julio de 1417, día de Santiago, del año jubilar de 1417; legó catorce florines de oro de Francia para una peregrinación a Compostela que se tenía que llevar a cabo en el plazo de dos años por sus herederos o por quien ellos designasen.

También podía suceder, que el viaje se aplazase obligando, al testador a cambiar de criterio. Eso le sucedió a Bernardo de Albret, quien había ordenado a sus hijos en 1341 hacer cinco peregrinaciones: una a Santiago, otra a San Mathurin, otra a San Mauro, otra a San Luis de Marsella y otra a Nuestra Señora de Valvert, precisando que esta peregrinación fuera hechas por sus hijos, cada uno la suya si uno sólo o podía hacerlas todas. Tenía doce hijos, siete de ellos varones; diecisiete años después, en 1358, sus hijos eran sólo nueve y las peregrinaciones estaban todavía por cumplir, ese mismo años otorgaba un nuevo testamento.

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