12 de septiembre de 2014

CREMACIÓN HINDÚ


El rito funerario entre los hindúes consiste en la cremación de los cadáveres. Creen que el fuego que consume el cuerpo lo convierte en una forma superior de existencia. Los niños muy pequeños y los ermitaños, no son incinerados ya que se les considera santos.

Los funerales duran diez días y la cremación la realiza un sacerdote y el cabeza de familia o el hijo mayor del difunto. El cadáver es lavado, untado de pasta de sándalo y cubierto con un sudario lleno de flores. Lo llevan a hombros hasta el lugar de la incineración y depositado sobre una pira de madera olorosas.

Los hombres son los únicos que acompañan al cadáver. El hijo mayor, vestido de blanco y con la cabeza rapada en señal de respeto, es quien prende la hoguera, ya que se considera que haciéndolo alcanzará un gran mérito religioso, además de ser obligatorio. Una vez prendido el fuego, todos los presentes contemplan la incineración hasta que se reduce a cenizas. Seguidamente se recogen las cenizas y los pedazos de hueso (si han quedado), y los esparcen en las aguas de un río. Una de las mayores desgracias es no tener hijos que puedan realizar la ceremonia de cremación.

Los familiares se visten de blanco en señal de luto. En fechas señaladas se hacen ofrendas por el alma del muerto, después de las cuales la familia queda libre de la impureza que ha significado una muerte en el hogar. Estas ceremonias se llaman “Shrâddha” (fe) en ellas se rinde homenaje al alma difunto, ofreciéndole agua y bolas de arroz, para que protejan su alma.

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