16 de julio de 2014

LAS AVENTURAS DE LOS RESTOS DE CALDERÓN DE LA BARCA


Pedro Calderón de la Barca (1600-1681), murió en 25 de mayo de 1681, tenía ochenta y un años. Cinco días antes fallecer hizo testamento y dejó escrito que su ataúd fuera trasladado abierto hasta la iglesia de San Salvador y que lo vistieran con el hábito de San Francisco. Pidió que le pusieran la correa de San Agustín, un escapulario de Nuestra Señora del Carmen en el pecho y el manto de la orden de Santiago. Referente a su entierro dijo que, quería que le acompañaran doce religiosos de San Francisco, doce niños de la Doctrina, otros doce de los Desamparados.

Calderón fue enterrado en la iglesia de San Salvador, como era su deseo. En este lugar descansó durante ciento sesenta años, hasta que se ordenó su exhumación porque la iglesia iba a ser derribada. Los huesos de Calderón fueron trasladados a la capilla del cementerio de la Archicofradía Sacramental de San Nicolás. Estuvo en el lugar veintiocho años.

Se le trasladó entonces al futuro Panteón de Hombres Ilustres en San Francisco el Grande. Ese panteón nunca se terminó y los huesos de Calderón fueron amontonados durante cinco años con los de otros fallecidos ilustres. Al tener seguridad de que el panteón no se terminaría jamás, Calderón fue trasladado de nuevo a la Sacramental de San Nicolás.

Seis años después se le traslado de nuevo a la Congregación de Presbíteros Naturales de Madrid. Cuando la congregación se cerró, se llevaron a Calderón provisionalmente a la capilla del Hospital de la Princesa. Unos años después le llevaron a la iglesia de Nuestra Señora de los Dolores.

El mausoleo de Calderón acabó incendiado durante la Guerra Civil, se supone que sus restos acabaron quemados, la urna con sus huesos no apareció. Cuentan que los frailes los ocultaron antes del incendio, nunca dijeron donde, así que nunca se ha sabido que fue de los restos de Pedro Calderón de la Barca.

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