1 de junio de 2014

EL HARÉN DE ABDERRAMÁN III


Abderramán III (891-961), primer califa de Córdoba independiente de Damasco, tenía un gran harén. Según cuentan unos, vivían con él unas diez mil mujeres, otros dicen que, sólo eran unas seis mil quinientas. La mayor parte de su vida la dedicó a recorrer las tierras de Al-Ándalus, luchar contra sus vecinos cristianos y contra los musulmanes, y a convertir Qurtba en la ciudad más importante del mundo. Aparte de la lucha y de sus viajes, también tuvo tiempo para complacer a miles de mujeres y concubinas.

No se sabe mucho de Abderramán, cuentan que era paticorto, de piel blanca, pelirrojo, dicen que se teñía el cabello y la barba de negro, y los ojos azules. El motivo de ser diferente a los demás, en cuanto al físico, era que su madre y su abuela eran de Navarra. Era un hombre de una extensa cultura, que fundó colegios, universidades y setenta bibliotecas en la ciudad de Córdoba.

Se cree que su primera esposa fue Fátima al-Qurasyya, hija de su tío abuelo, el emir al-Mundir, la llamaban “la gran señora”. Días antes de la boda, las mujeres de la familia, le hicieron una depilación integral a la novia, desde las cejas hasta los tobillos, la bañaron, lavaron su cabello con extractos de ámbar y rosas, la perfumaron con jazmín, decoraron sus manos y sus pies con henna, dibujando símbolos del amor, la felicidad y la fertilidad. Para terminar la envolvieron en sedas, la adornaron con joyas regaladas por Abderramán y comenzaron las celebraciones, que duraron varios días.

Otra de sus esposas fue Maryam, cristiana, rubia de ojos azules y virgen (se cree que era Navarra). Le dio su primer hijo varón, al-Hakam, conocido por Alhakén II, gracias a eso ella logró el título de “ummwalad” (madre de hijo), eso la colocó la primera de sus esposas. Mustaq, otra de sus esposas, fue su favorita en los últimos años de su vida y le dio el último de sus hijos al-Mughira.

En el harén no todo era felicidad, en la convivencia con Abderramán, en una ocasión en la que estaba borracho, quiso besar y morder a una de sus concubinas, ella lo rechazó y él ordenó quemar su cara. A otra, no se sabe el motivo, la mandó decapitar y le regaló al verdugo las perlas que cayeron de su collar, el hombre las vendió y con el dinero se compró una casa.

Murió en el año 961, habiendo tenido once hijos varones y dieciséis hijas. Su abuelo Abderramán II, teniendo menos concubinas, había tenido ochenta hijos, de los cuales cuarenta y cinco fueron varones.

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