12 de febrero de 2014

ALMENDRO


Desde los tiempos más remotos (5000 a 4000 a. C.), el almendro en flor ha anunciado la llegada de la primavera. Las leyendas antiguas relacionan este árbol con las fuerzas primitivas de la creación. El almendro es originario del Asia central y occidental. Cultivado en Persia, pasó al Asia Menor, después a Grecia, hacia el siglo VI a. C., y a Italia después. Los romanos llamaban a la almendra “”Nux Graeca”. En España es posible que fueran los fenicios quienes lo introdujeran.

Cuentan que fue el árbol del que Aarón tomó su vara mágica. Dicen que la Menorah o candelabro de siete brazos del templo de Jerusalén, tenía sus porta velas en forma de almendra porque representaba la vara de almendro de Aarón cuando florecía.

Sus preciosas flores que van del blanco al rosado tiene su propia historia de amor de la mitología griega:

“Filide, princesa de Tracia, se enamoró de un joven que combatía en la guerra de Troya, se llamaba Acamante. Ella iba todos los días a la costa esperando encontrar el barco de su amado. Pero el barco no llegaba y la princesa murió de tristeza.

Entonces la diosa Atenea convirtió su cuerpo en un almendro. Al día siguiente, cuando Acamante llegó, sólo pudo acariciar la corteza del árbol. El amor de la princesa Filide, que ya era un almendro, respondió a Acamante floreciendo de repente, sin echar hojas”.

Otra leyenda dice que:

“Zeus, mientras dormía perdió semen que cayó a tierra; surgió de él un ser hermafrodita, Agdistis, al que Dionisio hizo castrar. De sus genitales caídos al suelo creció un almendro. Un fruto de este árbol fecundó a Sangarios, una hija del dios-río, al colocar una almendra sobre su cuerpo. La fuerza juvenil del almendro se transformó en potencia procreadora”.

Para la tradición judía, la almendra representaba lo escondido, lo desconocido tras su corteza dura. Por la base de una Almendro se penetra a la ciudad misteriosa de Luz (almendra en hebreo). También se llamaba Luz el lugar donde Jacob tuvo su visión.

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