26 de diciembre de 2013

LA EDUCACIÓN EN LA ANTIGUA INDIA


El origen de la cultura hindú se sitúa hacia el año 2000 a. C., en el momento en que llegaron los primeros grupos ario a los márgenes de los ríos Indo y Ganges.

La educación en la Antigua India era entendida como un proceso de carácter liberador, para perfeccionar a la persona y liberarla de la ignorancia. A los educadores se les atribuían las funciones de “Engendrar”, en el orden espiritual, provocando un nacimiento espiritual, o segundo nacimiento. El encargado de impartir esas enseñanzas era el “gurú” (preceptor espiritual, un guía, consejero), que era algo parecido a un padre, eso sí, un padre más digno de veneración que el padre natural.

En los Vedas (cuatro textos antiguos de la literatura india) se considera que este segundo nacimiento era el verdadero nacimiento. Esta ceremonia tenía lugar en la “upanayana”, que era la ceremonia de iniciación previa al ingreso en el discipulado.

El guru debía ocuparse de: Alimentar espiritualmente a sus discípulos, enseñarles las verdades de los libros sagrados, estimular las capacidades y energías del discípulo, guiar, dirigir y corregir el crecimiento y consolidación de éstas. Un buen gurú debía realizar otras tareas: Comunicarles las verdades sagradas y ayudarles a profundizar. Encaminarlos en una correcta disciplina moral, conducir sus procesos en ella. Potenciar y orientar sus energías espirituales innatas.

Para el hinduismo no todos poseían o podían tener acceso a la condición de discípulo. Se requerían determinadas condiciones de naturaleza, disposición, status social y preparación. Para alcanzar la condición de discípulo, se exigían determinadas cualidades y habilidades.

Esas cualidades eran; la capacidad de discriminación entre los real y lo aparente, lo intemporal y transitorio, la renuncia del apetito de placeres efímeros, la renuncia al mundo, el control de los sentidos de la mente, la concentración de la mente en la realidad divina, la paciencia, la adquisición del conocimiento de las escrituras sagradas, la fe en la enseñanza de estas escrituras y en el gurú que se las comunica y el deseo ardiente de liberación espiritual.

La iniciación para establecer el vínculo gurú-discípulo se acompañaba de varios ritos: aspersión, purificación, invocación, la trasmisión del mantra (energía espiritual).

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