4 de diciembre de 2013

EL CONDE DE VILLAMEDIANA, ISABEL DE BORBÓN Y FELIPE IV


Juan de Tassis y Peralta, II Conde de Villamediana, nació en Lisboa en 1582, desde muy joven sintió vocación por las letras, eso le llevó a ser amigo de Góngora, Lope de Vega y otros literatos de la época.

En 1601 se casó con Ana de Mendoza, al poco tiempo sus amores con la condesa del Valle, lo obligaron a dejar la Corte por algún tiempo. Se fue a Génova, donde tuvo mucho éxito como poeta, también perdió una fortuna en una sola noche por su afición al juego. Regresó a Madrid, y de nuevo fue desterrado por motivos parecido. En 1617 volvió a Madrid, se dedicó a burlarse de muchos personajes de la época, entre ellos Quevedo.

Se rumoreaba que estaba enamorado de la reina Isabel de Borbón. Cuentan que estando una tarde la reina en el balcón, sintió que dos manos le tapaban los ojos. Su respuesta fue: “¡Estaos quieto conde!”. Su esposo el rey Felipe IV, no sospechó nada, ya que él también era conde de Barcelona. En otra ocasión, después de la lectura de unos poemas amorosos del conde, la reina le preguntó a quién iban destinados esos versos, Villamediana le pidio un día de plazo, al día siguiente le envió de regalo un espejo, con unos cuantos poemas más. Llegó un momento en que el rey sospechaba de ambos.

La hostilidad entre ellos empeoró a partir del 15 de mayo de 1622, cuando se celebró en Aranjuez una impresionante fiesta en la que se representó “La gloria de Niquea”, una comedia escrita por Villamediana con prólogo de Góngora. En ella aparecán seres mitológicos sobre carros de cristal, una chica que volaba sobre de un águila dorada y árboles que se abrían y descubrían jóvenes cantantes escondidas en los troncos. Las actrices eran las doncellas de la corte, y hasta la reina tuvo un papel destacado en la obra.

Al terminar la representación, los reyes y la corte se trasladaron al Jardín de los Negros, donde se había levantado otro escenario para representar una segunda obra. Esa obra era “El vellocino de oro”, de Lope de Vega. Durante la representación una antorcha cayó sobre una cortina y el fuego se propagó rápidamente. Villamediana tomó en sus brazos a la reina llevándola a palacio, y parece que tardó demasiado en llegar. Esto basto para que las malas lenguas aseguraran que había sido él mismo el que había provocado el incendio para poder abrazar a la reina. A partir de ese momento Villamediana dedicó casi todos sus poemas a una enigmática mujer que podría ser la reina Isabel.

La muerte le sobrevino, en la calle Mayor, el 21 de agosto de 1622, de la mano de un desconocido que le clavo una espada, que le paso del costado izquierdo al brazo derecho. Iba en coche en compañía de don Luis de Hari, hijo mayor del Marqués del Carpio. La opinión general decía que fueron el rey o su favorito los que promovieron el asesinato de Villamediana. No se averiguó mucho más.

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