4 de febrero de 2013

LAS SYSSITIAS EN ESPARTA



Las sociedades gastronómicas en muchas sociedades antiguas no eran extrañas, pero en Esparta tenían algo de peculiar. A estas comidas de hombres se les han dado muchos nombres, pero el más corriente era syssitia, sociedades gastronómicas de hombres.

La pertenencia a las syssitias era una de las condiciones fundamentales para conseguir el derecho de ciudadanía espartano, pero sólo se podía ser socio de ellas si se había pasado por la educación estatal y se disponía de suficientes bienes como para pagar las elevadas cuotas.

En la Esparta arcaica y clásica era una obligación absoluta participar en las sisitias. A partir del siglo V a. C., se fortaleció más esta obligación, a la que estaban obligados incluso los reyes.

Cada una de estas sociedades gastronómicas constaba de un mínimo de 15 socios, que tenían que ser una mezcla de jóvenes y mayores. Se aceptaban nuevos miembros, si estaban de acuerdo todos los demás comensales.

Los distintos grupos se reunían a diario para comer en lugares establecidos de antemano. Los más jóvenes también podían tomar parte en ocasiones de estas comidas, el fin era acostumbrarlos desde muchachos al futuro ambiente.

La cuota de participación en las sisitias eran tributos en especie, como harina de cebada, vino, queso, higos, etc., más una cantidad de dinero para los ingredientes de los platos. Esta cuota era la misma para todos, fueran pobres o ricos, y solía ser tan elevada que muchos espartiatas no podían permitírsela y eran reducidos a inferiores (hypomeiones), con lo que perdían el derecho de ciudadanía.

El menú de una syssition era, normalmente, pobre. Solían comer maza (pan de cebada), la sopa negra que consistía en sopa de sangre con carne de cerdo, y un postre a base de queso, higos o caza. A estos entrantes se les añadía, casi siempre, algún guiso suculento. Todo esto se acompañaba con vino en grandes cantidades.

A estas tertulias no sólo se iba a comer, los comensales cultivaban la competición. El que hubiera prestado más servicios al Estado recibía raciones de honor y un asiento de honor. Estos privilegios se daban resultar ganadores en las competiciones, y por ascender de rango en las sisitias. Este ascenso había que conseguirlo a base de competir con los otros aspirantes y debía ser ratificado por los del propio rango.

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