12 de diciembre de 2012

LEYENDA DE TESEO Y EL MINOTAURO



La leyenda atribuye al rey Minos, hijo de Zeus y de Fedra la edificación de un laberinto donde habitaba el Minotauro, el hombre con cuerpo de hombre y cabeza de toro, construido por Dédalo.

Esta leyenda cuenta que, Minos, rey de Cnosos, de toda Creta y señor de todos los mares helénicos, envió a su hijo Androgeo a participar en los juegos de Atenas. Más fuerte que todos los griegos, venció, y por envidia fue asesinado por Egeo, rey de Atenas.

Su padre enfurecido, invadió la ciudad en una guerra terrible, la sometió y exigió una compensación terrible. Cada nueve años, los atenienses tenían que mandar la flor de su juventud, un tributo que consistía en siete jóvenes varones y siete doncellas que serían sacrificados al monstruo de Minos, el Minotauro.

Cuando el sacrificio se preparaba por tercera vez, Teseo, hijo de Egeo, que había regresado de un viaje en el que realizó muchas hazañas, se ofreció para ir en barco a Creta y matar al Minotauro.

El barco surcó el mar hacia la isla de Creta, un mar azul y resplandeciente y en él iba Teseo, con siete parejas de jóvenes jonios. Las velas que sostenían los mástiles eran negras, y Teseo anunció que izarían velas blancas en su viaje de vuelta si había conseguido su propósito.

Ariadna, hija de Minos, vio aquel hombre destinado a morir a manos del monstruo, y se enamoró de él. Le dio una espada para la lucha y una madeja de lana, uno de cuyos extremos sujetaba ella, mientras que Teseo entraba en el laberinto en busca del Minotauro, sujetando el otro extremo de la madeja de lana.
En una lucha terrible, el héroe venció al monstruo. Gracias al hilo de lana encontró la salida y rápidamente huyó con Ariadna y sus compañeros hacia su patria.

El viaje de regreso fue complicado. Una tormenta los arrojó a una isla. En ella se perdió y, a pesar de todos los esfuerzos, no la encontraron. Los atenienses, junto a Fedra, hermana de Ariadna, continuaron viaje hasta su ciudad. Cuando Ariadna que estaba desmayada, se dio cuenta que el barco se divisaba a lo lejos, grito con todas sus fuerzas, pero no la oyeron.

Teseo, triste por lo ocurrido con Ariadna, se olvidó de izar las velas blancas, en señal de que había acabado con el Minotauro. El rey Egeo iba todos los días a la orilla del mar a ver si regresaba la nave. Cuando vio las velas negras pensó que su hijo había muerto. De la tristeza no quiso seguir viviendo y se arrojó desde un acantilado al mar.

Teseo fue recibido en Atenas como un héroe. Los atenienses lo proclamaron rey de Atenas y Teseo tomó como esposa a Fedra.

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