9 de septiembre de 2012

LA MONJA ALFÉREZ


Catalina de Erauso nació en San Sebastián en el año 1592. Hija de una familia acomodada vasca, su padre la recluyó a los cinco años en el convento de las Dominicas de San Sebastián. Cuando contaba con quince años se escapó, después de que una monja abusara de ella.

Vestida de hombre, con el nombre de Antonio de Erauso, se desplazó a Vitoria, alistándose en la tropa de Francisco de Cárdenas. Después de un buen montón de historias en Valladolid, Bilbao y Estela, desempeñando distintos oficios, volvió a aparecer en el puerto de Pasajes para embarcar rumbo a Sevilla.

Allí se enroló como grumete en un barco que iba a América, se había cambiado el nombre, ahora era Alonso Díaz y Ramírez de Guzmán. Cuando llegó a América, en el momento que el barco regresaba a España, le robó al capitán del barco quinientos pesos, y se quedó.

Después de numerosas aventuras en México, Perú, Panamá, se convirtió en un gran militar alcanzando el grado de alférez. Su fama no era muy buena y se vio envuelto en altercados.

Mató a un amigo suyo por cuestiones de juego, al juez que quería arrestarle, hirió a su hermano en una disputa callejera. En una pelea fue herida de muerte y creyendo que su final estaba cerca se confesó con el obispo Guamanga, diciéndole que era una mujer.

Una vez recuperada de sus heridas, regreso a España en el año 1624. Felipe IV le concedió una pensión de ochocientos escudos. En roma, el Papa Urbano VIII le concedió una audiencia privada, donde le concedió el permiso para seguir vistiéndose de hombre.
En 1635, continuo con su carrera militar, regresó a América, dónde era ya conocida como la “Monja Alférez”. Parece que su final ocurrió en 1650, en Cuitlaxta (México), trabajando como arriera.

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